Historia para Emma

Un hermoso día brillaba en el Bosque Mágico, donde los árboles parecen bailar al compás del viento. Las hojas susurraban secretos y las flores reían con colores brillantes. En este lugar tan especial, vivía Emma, una niña de 4 años llena de energía. Su cabello rizado color jengibre rebotaba con cada paso, y sus ojos verdes brillantes iluminaban su rostro radiante. Hoy era un día especial para Emma: ¡la Feria del Agua!
Emma se despertó tempranito, llena de emoción. Se puso su vestido favorito, que giraba como un torbellino cuando danzaba, y se miró en el espejo. "¡Hoy será mágico!" pensó mientras se arreglaba los rizos. Después de un delicioso desayuno, corrió hacia el parque, donde ya se sentía la alegría.
El parque estaba decorado con globos coloridos que flotaban como mariposas en el aire. Las risas de niños y el sonido de la música llenaban el espacio. Emma sintió que su corazón bailaba con cada nota. Entonces, vio algo brillante que llamaba su atención. Era Wally, una gota de agua sonriente, que parecía saltar de alegría. Llevaba un chaleco azul que relucía como el océano.
—¡Hola, Emma! —exclamó Wally, moviendo sus manos en el aire—. ¡Vamos a aprender sobre el agua y cómo cuidarla mientras jugamos!
Emma sonrió y, sin pensarlo, comenzó a danzar al ritmo de una música imaginaria. Wally la miró con admiración.
—¡Eres una gran bailarina! —gritó Wally—. ¡Ven, vamos a jugar al ‘Río Saltarín’!
La idea de jugar hizo que los ojos de Emma brillaran aún más. Se unieron a sus amigos y comenzaron saltando de un lado a otro, mientras Wally les contaba datos divertidos sobre el agua.
—¡Si ahorramos agua, podemos ayudar a los peces a tener un hogar! —dijo Wally, riendo.
Emma, llena de energía, lideraba a todos, brincando y riendo. ¡Era tan divertido! Después del juego, decidieron jugar a ‘¡Atrapa la nube!’. Todos corrían tras las pelotas blancas que representaban el agua. Era como correr tras pequeñas nubes que se escapaban en el aire.
Pero, mientras todos se divertían, Emma notó que algunos niños no parecían comprender lo que Wally decía sobre ahorrar agua. Se miraron entre ellos con caras de confusión. Ella se acercó a su grupo, respirando hondo, y dijo:

—¿Por qué no entienden que el agua es importante?

En ese momento, un pequeño niño llamado Leo, cuyos ojos eran tan oscuros como la noche, levantó la mano.

—Yo no sé por qué tenemos que ahorrar agua. ¡El agua siempre está en el grifo!

Emma sintió que un pequeño nudo se formaba en su estómago. Sabía que tenía que ayudar a sus amigos a comprender.
—Tal vez podamos mostrarles lo importante que es... ¡con magia! —exclamó Emma, sus ojos verdes llenos de determinación.

Wally aplaudió entusiasmado.

—¡Sí! ¡Vamos a hacer un espectáculo mágico!

Y así, un giro inesperado estaba a punto de suceder. Emma y Wally, junto con sus amigos, comenzaron a planear un espectáculo. Una lluvia de ideas y risas llenaron el aire, mientras Emma pensaba en una manera especial de mostrarles a todos el valor del agua y cómo cuidarla.
Emma se sentó en la hierba verde del parque, con su cabello rizado color jengibre brillando bajo el sol. Había una gran emoción en el aire; sus amigos, todos con sonrisas maravillosas, estaban listos para crear un espectáculo mágico. Y Wally, la feliz gota de agua, saltaba de un lado a otro, lleno de energía.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Carla, una de las amigas de Emma, con sus ojos azules llenos de curiosidad.
—¡Vamos a mostrarles la magia del agua! —dijo Emma, sonriendo con confianza—. ¡Tengo una idea!

Wally se acercó rápidamente, sus gotitas brillando como estrellas.

—¡Cuéntanos, Emma! —exclamó.

—Podemos hacer que el agua "desaparezca" y luego "regrese" usando una manta mágica —dijo Emma, señalando una manta colorida que tenía en su mochila—. ¡Así, todos entenderán que el agua puede ser un tesoro y que debemos cuidarla!
Los niños aplaudieron emocionados. Wally se puso su mejor expresión de sorpresa.

—¡Eso suena mágico! Pero, ¿cómo haremos que todos vean la magia?

Emma pensó un momento y luego dijo:

—¡Haremos que algunos de ustedes sean "ayudantes mágicos"! Los que no saben por qué debemos ahorrar agua, podrán ver lo que pasa en nuestro espectáculo.
Y así, los niños comenzaron a prepararse. Emma y Wally les enseñaron cómo hacer el truco. Colocaron la manta sobre un balde lleno de agua y, tras contar hasta tres, Emma la levantó.

—¡Abracadabra, agua que se va! —dijo, mientras Wally hacía un giro en el aire.

Los amigos se sorprendieron, viendo que el balde parecía vacío. Pero luego, Emma suavemente levantó la manta de nuevo, y todo el mundo gritó de alegría al ver cómo el agua "regresaba".
—¡Miren! —gritó Emma—. El agua es mágica, pero también es frágil. Si no la cuidamos, puede desaparecer de verdad.
Los niños comenzaron a entender. Miraron a Wally, que sonreía con su gran y brillante expresión.
—Sí, ¡debemos ahorrar agua para que siempre tengamos suficiente! —dijo un niño llamado Lucas, con un brillo en sus ojos.

Emma sonrió, llena de alegría.

—¡Exacto! Podemos hacerlo con pequeñas cosas, como cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, o si vemos una fuga, ¡pedir ayuda!

Wally saltó de felicidad.

—¡Vamos a convertirnos en héroes del agua! —dijo, haciendo sonar su pequeño tambor de agua.
El espectáculo continuó, lleno de risas y magia. Los niños bailaron, jugaron, y todos aprendieron a cuidar el agua con diferentes juegos. Emma y Wally estaban felices viendo cómo todos se unían.
Finalmente, el día llegó a su fin. Con globos volando, Emma se sintió como una verdadera princesa, llena de magia en su corazón.
—Gracias, Wally —dijo Emma, mientras se abrazaban—. Gracias por enseñarnos a querer y cuidar el agua.
—¡Gracias a ti, Emma! Eres la mejor amiga del agua —respondió Wally, brillando más que nunca.

Todos los niños se reunieron en un círculo, levantando las manos.

—¡Prometemos cuidar el agua! —gritaron al unísono.

Con risas y alegría, se despidieron unos de otros, con la promesa de regresar el próximo año. Y en el corazón de cada niño, había una chispa mágica que recordaba lo importante que era cuidar el agua.
Emma bailó mientras regresaba a casa, sintiéndose como una verdadera heroína. Con Wally siempre en su mente, sabía que cada día sería una nueva aventura, donde el agua y la magia siempre estarían juntos.
Y así, con un final feliz, todos vivieron felices y aprendieron a amar y cuidar el valioso agua que nos rodea.

Fin.

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