Historia para Mama, Milu, Lol

En una cabaña acogedora, ubicada en el corazón de un bosque vibrante y lleno de vida, el sol filtraba sus rayos a través de las hojas verdes, creando un espectáculo de luces danzantes en el suelo. Mamá, con su largo cabello negro ondeando al ritmo de la música que salía de una pequeña radio, se movía alegremente, dejando que el ritmo llenara su corazón. Sus ojos verdes brillaban mientras giraba, sintiendo la energía de la naturaleza a su alrededor.
"¡Mira, Milu!", dijo mientras se detenía un momento para observar a su hija. Milu, con su cabello blanco y ojos grises, estaba sentada en el suelo, absorta en la manera en que las hojas se movían suavemente con el viento. "Estoy buscando a las mariposas, mamá. ¿No crees que son mágicas?"
Mamá sonrió. "Claro que sí, cariño. La naturaleza tiene su propia magia. Pero recuerda, también debemos cuidar de ella."
A un lado, Lol, la amiga de Milu, estaba organizando un espectáculo de magia en el que prometía sorprender a todos. Su cabello ondulado color castaño caía en suaves rizos alrededor de su rostro, y sus ojos grises brillaban con emoción. "¡Voy a hacer aparecer un conejo de un sombrero! ¿No es genial?", preguntó, ajustando el pequeño sombrero que había encontrado en el camino.
Milu rió. "¡Eso suena increíble! Aunque, si apareces un conejo, ¿qué pasará con el sombrero?"
La risa de las dos amigas resonaba en el aire, llenando el bosque con su alegría. Sin embargo, de repente, un fuerte susurro del viento se hizo presente, como si la brisa misma quisiese contarles un secreto. Las copas de los árboles se inclinaron levemente, y, ante sus ojos asombrados, una figura altiva y elegante apareció entre los troncos. Era Windy, la Turbina del Viento.
"Hola, niños", dijo Windy con una voz melodiosa, sus hélices verdes girando suavemente. "He venido con un mensaje muy importante. Los botes de reciclaje del bosque han desaparecido."
Los ojos de las tres se abrieron como platos. "¿Desaparecidos?", exclamó Mamá, preocupada. "¿Pero cómo es eso posible?"
Windy suspiró, como si el aire le doliera. "No lo sé, pero sin ellos, los animales del bosque no pueden reciclar sus desechos. ¡Y eso es un gran problema para nuestra hermosa tierra!"
"¡Debemos ayudar!", gritó Milu, su corazón latiendo rápido por la emoción. "¡No podemos dejar que nuestros amigos sufran!"
"Sí, ¡aventura!" dijo Lol, moviendo las manos como si lanzara un hechizo. "¿Cómo encontramos esos botes?"
Windy sonrió, agradecida de tener aliados tan decididos. "Seguidme. Escuchen al viento y miren las pistas que nos deja."
Así, Windy comenzó a volar, guiando a los niños a través del bosque. Las hojas crujían bajo sus pies mientras seguían a su nueva amiga, llenos de curiosidad. De repente, Milu detuvo su carrera.
"¡Espera! Escuché algo entre los arbustos," dijo, agachándose para observar. Sus ojos grises brillaban con atención, y pronto descubrieron unas huellas en el suelo suave.

"¿Deberíamos seguirlas?", preguntó Lol, su voz llena de emoción mágica.

"¡Sí! ¡Vamos!" exclamó Mamá, sintiendo cómo la aventura comenzaba a tomar forma. Pero, al seguir las huellas, se encontraron en un claro del bosque, donde un grupo de animales se había reunido.
Un pequeño zorro, con sus ojos tristes, miró a las niñas y a Windy. "No tenemos dónde reciclar nuestros desechos", dijo con un hilo de voz. “Estamos muy preocupados.”
Mamá, sintiendo el peso de la situación, se agachó a la altura del zorro. "¡Eso es terrible!", exclamó. "Pero no os preocupéis, vamos a encontrar una solución."
Los niños, inspirados por Windy, sintieron que el verdadero desafío apenas comenzaba...
Mientras el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas, los niños, junto a Windy, miraban a su alrededor en el claro. Los animales del bosque se movían con alegría, admirando las coloridas cajas de reciclaje que habían creado. Habían utilizado hojas, ramas y flores para decorarlas, dándoles un toque mágico.
"¡Mira, Mamá! ¡El pequeño zorro está sonriendo!" dijo Milu, señalando al zorro que ahora parecía más feliz, con su cola moviéndose de un lado a otro.
"Sí, y todos los demás animales también", añadió Lol, mientras hacía que un grupo de ardillas saltara de felicidad. "¡Esto es fantástico! Nunca pensé que ayudar a la naturaleza podría ser tan divertido."
Mamá sonrió, sintiendo su corazón calentarse. "La música y la danza pueden unir a todos, incluso a los animales. ¡Vamos a bailar!" Y así, comenzó a tocar su guitarra, llenando el aire con notas alegres que bailaban junto al viento.
Los animales se unieron a la fiesta. Los conejos brincaban, los pájaros cantaban y hasta el pequeño zorro se unió a la danza. Con cada acorde, el claro cobraba vida, y el sonido de la risa resonaba entre los árboles.
"¡Vengan todos! ¡Hagamos una gran cadena de reciclaje!", gritó Windy con entusiasmo. "Cada uno de ustedes puede ayudar a cuidar este hermoso bosque."
Los niños y los animales se agruparon cerca de las cajas de reciclaje. Windy les mostró cómo clasificar los desechos en diferentes contenedores: uno para papel, otro para plástico y otro para la comida.
"¡Esto es como una mágica aventura de reciclaje!", exclamó Lol, haciendo que algunas hojas volaran en el aire mientras les explicaba a los animales cómo podían ayudar. "No hay magia más grande que cuidar lo que amamos."
Las horas pasaron llenas de risas, alegría y mucho esfuerzo. Justo cuando el sol se ocultaba, iluminando el bosque con un resplandor plateado, Windy anunció: "¡Hemos hecho un gran trabajo! Gracias a todos, el bosque ahora tiene un lugar para reciclar."
Los ojos de Mamá, Milu y Lol brillaban de orgullo. "¡Podemos hacer esto siempre!", dijo Mamá, mirando a los animales que asintieron con entusiasmo.
"Sí, ¡cada vez que tengamos un picnic o una fiesta, recordaremos reciclar!", añadió Milu, imaginando las futuras celebraciones en el bosque.
"Y siempre podremos invitar a Windy para que nos recuerde la importancia de cuidar la naturaleza", completó Lol, sonriendo mientras se abrazaban.
Windy giró en círculos, su hélice brillando con el último rayo de sol. "Gracias, amigos. Ustedes son los verdaderos héroes. Juntos, han hecho del bosque un lugar mejor. Recuerden, siempre pueden contar conmigo."
Con el aire fresco de la noche que comenzaba a llegar, los niños y los animales se unieron en un último baile de celebración, llenos de alegría y un profundo sentido de comunidad. En ese momento, cada uno comprendió que cuidar de la Tierra era un acto mágico que podrían compartir siempre.
Y así, en el corazón del bosque, una nueva tradición nació: la fiesta de reciclaje, donde cada año, todos se reunirían para cuidar y celebrar la naturaleza. Con risas y música, se prometieron seguir cuidando su hogar, sabiendo que juntos, eran capaces de hacer una gran diferencia.

Fin.

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