Historia para Princesa cielo
En un hermoso bosque, lleno de árboles altos y flores de mil colores, vivía una alegre niña llamada Princesa Cielo. Con su cabello negro recogido en un moño perfecto y unos ojos marrones que brillaban como estrellas, era conocida por todos los animales del lugar. A Cielo le encantaba bailar y cantar, y pasaba horas soñando con ser una heroína que podía ayudar a todos.
Un día soleado, mientras exploraba su rincón favorito del bosque, Princesa Cielo giró y giró, dejando que el viento acariciara su cara. De repente, escuchó un pequeño sonido que la hizo detenerse. “¡Salta, salta, salta!”, decía una voz alegre. Cielo miró a su alrededor y vio a una pequeña gota de agua que saltaba de hoja en hoja. Tenía un brillo especial, como si el sol estuviera jugando con ella.
“¡Hola, Princesa Cielo!” dijo Wally, la gota de agua, con una sonrisa radiante. “Te he estado observando bailar y cantar. ¡Eres increíble!”
Cielo sonrió tímidamente. “Gracias, Wally. Pero, ¿por qué saltas de esa manera? ¿Qué haces aquí?”
Wally se acercó un poco más y dijo: “Vengo a contarte algo muy importante. El agua es esencial para nuestro bosque. Sin ella, los árboles y las flores no pueden crecer. ¡Y los animales también la necesitan!”
Cielo asintió, intrigada. “Mi mami Liru y mi papi Víctor siempre me hablan de cuidar el agua. ¿Cómo puedo ayudar?”
Wally brilló aún más y dijo: “¡Podemos hacer un jardín que ahorre agua! Así, todos los animales podrán celebrar la Fiesta del Jardín y disfrutar de un lugar hermoso.”
Con emoción, Cielo exclamó: “¡Sí! Pero necesitamos la ayuda de mi mami y mi papi.” Juntos, comenzaron a caminar hacia casa, donde se encontraba Mami Liru, siempre ocupada cuidando un pequeño huerto.
Cuando llegaron, Cielo llamó: “¡Mami Liru! ¡Papi Víctor! ¡Miren quién está aquí!” Mami Liru levantó la vista y sonrió al ver a su hija con Wally. “¿Quién es este nuevo amigo, Cielo?”
“Es Wally, una gota de agua. Nos ha contado que necesitamos cuidar el agua y que podemos hacer un jardín que ahorre agua para ayudar a todos los animales del bosque”, explicó Cielo con entusiasmo.
Papi Víctor, que estaba podando algunas plantas, se acercó. “Eso suena maravilloso, Cielo. Con un jardín así, podemos enseñar a todos sobre la importancia del agua.”
De repente, un conejo llamado Saltar apareció corriendo, pero su rostro lucía triste. “¿Qué pasa, Saltar?”, preguntó Cielo, preocupada.
Saltar suspiró y dijo: “No hay suficiente agua para que mis amigos y yo celebremos la Fiesta del Jardín.”
La mente de Cielo comenzó a trabajar rápidamente. “¡Podemos hacer un jardín que ahorre agua!”, sugirió. Sin embargo, antes de que pudiera continuar, un ruido extraño resonó en el bosque, como un trueno, pero no había nubes en el cielo.

Wally miró a Cielo con ojos grandes. “¿Qué fue eso?”
“¡No lo sé!”, respondió Cielo mientras fruncía el ceño. “Tal vez deberíamos averiguarlo juntos.”
Así, con curiosidad y un poco de temor, todos se dirigieron hacia el lugar de donde provenía el ruido. ¿Qué encontrarían allí? ¿Sería algo que podría ayudarles a salvar el bosque y su fiesta?
El aire estaba cargado de emoción y un ligero olor a tierra mojada. Mientras avanzaban, un nuevo misterio los esperaba, y la aventura apenas comenzaba.
Mientras Princesa Cielo, Wally y Saltar se adentraban en el bosque, el misterioso ruido resonaba a su alrededor. “¿Qué será eso?”, preguntó Cielo, mirando a Wally. “¡Tal vez es un nuevo amigo esperando conocernos!”, respondió Wally emocionado.
Los tres siguieron caminando, guiados por el sonido. Pronto, llegaron a un claro brillante donde encontraron un gran árbol. Sus hojas eran verdes y brillantes, pero en la base, había una pequeña charca que se estaba secando. “¡Oh no!”, exclamó Saltar, “¡la charca necesita agua!”.
“¿Qué podemos hacer para ayudar?”, preguntó Cielo, preocupada. Wally, con su rostro de gota de agua, sonrió y dijo: “Podemos hacer algo asombroso. Si trabajamos juntos, podemos construir un sistema que recoja y conserve el agua de lluvia. Así, la charca siempre tendrá agua”.
“¡Sí! ¡Vamos a hacerlo!”, gritó Cielo, saltando de alegría. Todos se pusieron a trabajar. Wally les mostró cómo hacer un canalito que llevara el agua de la lluvia hacia la charca. Mami Liru y Papi Víctor trajeron cubos, piedras y una pala. “Necesitamos hacer que el agua fluya”, dijo mami Liru mientras cavaba. Papi Víctor asintió y dijo: “¡Así ayudaremos a que el bosque siempre tenga agua para todos!”.
Los animales del bosque, al ver la emoción, se unieron. Las ardillas traían ramitas, los pájaros cantaban para animar a todos y los ciervos ayudaban a mover las piedras. “¡Vamos, equipo!”, gritó Cielo mientras bailaba, “¡juntos podemos salvar la charca!”.
Después de un rato de trabajo duro, el canalito estaba listo. Todos miraron con asombro cómo el agua comenzaba a fluir hacia la charca. “¡Hurra!”, gritaron todos emocionados. Wally brilló aún más. “¡Lo logramos, amigos! Ahora la charca tendrá agua para siempre”.
Con la charca llena, los animales del bosque estaban felices. Saltar dio un salto de alegría. “¡Ahora podemos celebrar la Fiesta del Jardín!”, dijo. Cielo sonrió y dijo: “¡Sí, vamos a hacerlo!”.
Y así, con el corazón lleno de alegría, la comunidad se preparó para la fiesta. Con música, bailes y muchas risas, todos se reunieron en el jardín. “Miren todas estas plantas que ahorran agua”, dijo Cielo, bailando en círculo. “¡Cada uno de nosotros puede ayudar a cuidar el agua!”.
La fiesta fue mágica. Los animales, ahora llenos de energía, bailaban y saltaban. Wally, feliz de ver a todos unidos, brilló con todo su esplendor. “Gracias, Wally, por inspirarnos”, dijo Cielo, mientras todos aplaudían.
Y así, en el hermoso bosque, la comunidad aprendió algo muy importante: cuidar el agua es cuidar de todos. Desde ese día, siempre recordaron a Wally, la pequeña gota de agua que había hecho posible su jardín y su fiesta. Y cada vez que llovía, todos sonreían, sabiendo que el agua era un regalo que debían cuidar con amor.
