Historia para AinhoaA
En el pequeño pueblo de Aire, donde el viento susurraba entre los árboles y las flores bailaban con la brisa, vivía Ainhoa, una niña de 7 años con cabello ondulado y ojos oscuros que brillaban como dos estrellas. Ainhoa era una niña llena de sueños. Le encantaba el arte, la música, los videojuegos, la magia y, sobre todo, los animales que correteaban por su jardín.
Una mañana, mientras el sol se asomaba por el horizonte, Ainhoa dio un salto de felicidad al recordar el proyecto que había anunciado su maestra, la señora Mariposa, el día anterior. “¡Vamos a hacer cometas, niños! Lo haremos en parejas”, había dicho con una sonrisa radiante. El corazón de Ainhoa latía con emoción, pero también un poco de nerviosismo. “¿Y si no puedo hacerlo bien?”, pensó mientras se miraba en el espejo.
Salió de su casa, con una hoja de papel en la mano que había decorado con dibujos de mariposas y flores. El aire fresco le acariciaba el rostro, y en su mente, ya imaginaba la cometa volando alto en el cielo. Pero, de repente, escuchó un suave zumbido en el aire que hizo que se detuviera en seco. Miró hacia arriba, y allí, entre los árboles, vio a Windy, el aerogenerador que se erguía orgulloso en el campo.
Windy tenía una forma grande y blanca, y sus palas giraban suavemente, como si estuvieran bailando. Cuando Ainhoa se acercó, Windy le sonrió. “¡Hola, Ainhoa! Soy Windy, y estoy aquí para ayudarte”, dijo con una voz que sonaba como el susurro del viento.
Ainhoa se sorprendió. “¿De verdad, Windy? Pero, ¿cómo puedes ayudarme a hacer una cometa?”, preguntó, con los ojos muy abiertos de asombro.
Windy se rió suavemente, haciendo que algunas hojas alrededor temblaran. “Conozco todo sobre el viento y cómo hacer que las cosas vuelen. Juntos aprenderemos sobre aerodinámica y energía eólica. ¡Va a ser divertido!”
Ainhoa sintió una chispa de emoción. “¡Sí, eso suena increíble! Pero, no tengo materiales para hacer la cometa”, dijo un poco triste.
“No te preocupes”, respondió Windy, “yo puedo ayudarte a encontrar lo que necesitas. Vamos a buscar juntos. ¡El viento nos guiará!” Y así, Ainhoa siguió a Windy, quien comenzó a volar lentamente hacia un claro en el bosque, donde las flores yolas hojas caídas formaban un hermoso tapiz multicolor.
Mientras caminaban, Ainhoa le habló a Windy sobre su amor por los animales. “Me encantan los pájaros y las mariposas. Siempre los observo volar y danzar en el aire. ¡Me gustaría ser como ellos!”, exclamó, mirando con admiración el cielo azul. Windy sonrió, “El viento ayuda a las mariposas a volar, igual que a tu cometa. ¡Imagina lo que podrías crear!”
Mientras recolectaban papel de colores, hilo y palitos, Ainhoa comenzó a sentir que podría hacer una cometa maravillosa. Sin embargo, de repente, un fuerte silbido del viento hizo que Windy se detuviera. “¡Oh, no! Algo no va bien”, dijo Windy, con un tono de preocupación.

“¿Qué pasa, Windy? ” preguntó Ainhoa, sintiendo un pequeño nudo en su estómago.
“Parece que hay una tormenta acercándose, y si no hacemos la cometa rápidamente, los vientos fuertes podrían dañarla”, contestó Windy, mirando hacia el horizonte donde las nubes oscuras comenzaban a acumularse.
Ainhoa sintió que su corazón se aceleraba. “¡Tenemos que apresurarnos!” exclamó, “pero, ¿qué haremos si llueve?”.
“¡No te preocupes! Siempre hay una solución”, dijo Windy con determinación. “Podemos aprovechar el viento más rápido para levantar la cometa rápidamente antes de que llegue la tormenta. ¡Vamos, Ainhoa! ¡Es hora de poner a prueba nuestra creatividad y valentía!”
La niña asintió, llenándose de energía. “¡Sí! ¡Vamos a hacerlo!” Mientras se apuraban, la cometa tomó forma, y el aire comenzó a vibrar con la emoción de lo que estaba por venir.
Pero en medio de esta prisa, un giro inesperado se presentó. Una ráfaga de viento fuerte sopló, levantando pequeñas ramas y hojas del suelo. “¡Cuidado, Ainhoa!”, gritó Windy, justo cuando un grupo de aves asustadas voló en círculos alrededor de ellos.
La tormenta estaba más cerca de lo que pensaban, y Ainhoa sintió que el miedo empezaba a invadirla. “¡No sé si puedo hacerlo!” Se detuvo, mirando a Windy con incertidumbre.
Windy, aún sonriendo a pesar del viento, respondió con calma: “Recuerda, Ainhoa, el viento puede ser tanto nuestro amigo como nuestro desafío. Solo necesitamos creer en nosotros mismos y en lo que hemos aprendido. ¡Juntos podemos enfrentar cualquier tormenta!”
La niña respiró hondo, sintiendo la fuerza del viento alrededor de ella. El corazón de Ainhoa comenzó a latir con determinación. Mientras las nubes se acercaban, decidió que no dejaría que el miedo la detuviera. “¡Vamos, Windy! ¡Hagámoslo!”
Juntos, se prepararon para volar la cometa, mientras el viento comenzaba a levantarla en el aire, justo antes de que cayera la lluvia…
Ainhoa se aferró a la cuerda de la cometa, sintiendo cómo el viento comenzaba a jugar con ella. Las nubes oscuras se acercaban, pero en su corazón, el miedo se transformaba en emoción. “¡Vamos, Windy! ¡Hagámoslo!” gritó con valentía.
Windy, con su voz suave como una brisa de verano, dijo: “Recuerda lo que te enseñé, Ainhoa. Los vientos fuertes pueden ser desafiantes, pero también son una oportunidad para volar más alto.”
Ainhoa asintió y corrió hacia el campo abierto. El aire fresco llenó sus pulmones mientras la cometa comenzaba a elevarse. “¡Mira, Windy! ¡Mira cómo vuela!” La cometa, hecha con cuidado y amor, danzaba en el aire, aunque el viento empezaba a soplar más fuerte.
“¡Dale más cuerda, Ainhoa! ¡Necesitamos que la cometa tenga espacio para volar!” Windy animó con entusiasmo. La niña obedeció, sintiendo que su espíritu se alzaba junto con la cometa.
Justo en ese instante, una ráfaga más fuerte se llevó una de las pequeñas hojas que estaban cerca. Las aves volaron en círculos, y Ainhoa sintió un pequeño escalofrío. “¿Y si la tormenta es demasiado fuerte?” preguntó, preocupada.
Windy la miró con ternura. “A veces, el viento puede ser un desafío, pero lo importante es no rendirse. El viento puede ayudar a que nuestra cometa vuele más alto y más lejos. Y tú puedes hacerlo, Ainhoa.”
La niña respiró hondo y sonrió. “Tienes razón, Windy. ¡Vamos a volar la cometa más alto!” Con renovada energía, tiró de la cuerda, y la cometa se elevó hacia el cielo gris. A medida que el viento soplaba, Ainhoa sintió cómo su miedo se desvanecía. “¡Es increíble, Windy! ¡Mira cómo gira!”
“¡Eso es! ¡Esa es la energía del viento! ¡Sigue así, Ainhoa!” Windy sopló un aire suave y poderoso, de modo que la cometa podía bailar en el cielo.
De repente, la lluvia comenzó a caer, pero Ainhoa no se detuvo. “¡Esto es parte de la aventura!” exclamó. Las gotas de lluvia se mezclaban con su risa mientras la cometa brincaba en el aire. “¡Nada puede detenernos!”
El viento soplaba cada vez más fuerte, y Ainhoa sintió que su corazón latía con alegría. “¡Mira, Windy! ¡La cometa está en el cielo, más alta que nunca!” La pequeña cometa bailaba con gracia, desafiando al viento.
“Así es, Ainhoa. Cuando crees en ti misma y en lo que has aprendido, puedes enfrentar cualquier tormenta. ¡Esa es la magia del viento!” Windy brillaba con orgullo, sus palas girando con fuerza.
Y de repente, ¡ZAS! Un rayo iluminó el cielo, pero no sintieron miedo. La cometa siguió volando, como una estrella brillante en medio de las nubes. Ainhoa miró el cielo y gritó: “¡Gracias, Windy! ¡Estamos volando!”
Con un último soplo de viento, la cometa se deslizó hacia el suelo suavemente. Ainhoa y Windy aterrizaron en el campo, riendo y celebrando su gran aventura. “Lo hicimos, Windy. ¡Vimos el poder del viento y aprendimos a usarlo!”
“Y lo más importante, Ainhoa", dijo Windy, “te diste cuenta de que tienes la fuerza para superar tus miedos y cuidar de nuestro planeta. Recuerda siempre que hay que respetar el viento y a la naturaleza”.
Ainhoa sonrió, sintiendo que había ganado algo más que solo una experiencia. Había ganado confianza y un profundo amor por el mundo. “¡Quiero seguir aprendiendo! ¡Quiero ayudar a cuidar la naturaleza!”
Windy asintió con alegría. “Podemos hacerlo juntas. ¡Esto es solo el comienzo de nuestras aventuras!”
Y así, en el pequeño pueblo de Aire, Ainhoa y Windy se convirtieron en grandes amigas, volando alto en el cielo, siempre dispuestas a ayudar a los demás y a cuidar de su hermoso planeta. La lluvia se detuvo, y un hermoso arcoíris brilló en el cielo, como un símbolo de su amistad y de las nuevas aventuras que les esperaban.
