Historia para Abril & Abril

**Título: Wally y la Aventura de Maravilla**

**Capítulo 1: La llamada de Wally**

Era un hermoso día soleado en el pequeño pueblo de Maravilla. Los pájaros cantaban alegremente mientras las flores se mecían suavemente con la brisa. Abril, una niña de ocho años con una sonrisa brillante como el sol, saltaba contenta por el jardín de su casa. Su madre, Laura, estaba plantando algunas semillas de girasol que pronto llenarían el mundo de colores.

“Mamá, mira cuántos pájaros hay hoy”, dijo Abril, señalando hacia el cielo.

Laura sonrió. “Sí, cariño. Les encanta venir cuando el clima es tan hermoso. Pero recuerda, debemos cuidar nuestro entorno para que siempre esté así de bonito.”

Abril asintió. “¡Lo prometo!”

Mientras tanto, en el fondo de un arroyo cristalino, no muy lejos de Maravilla, una pequeña gota de agua llamada Wally estaba teniendo su propia aventura. Wally era una gota curiosa, brillante y llena de energía. Siempre soñaba con explorar el mundo más allá de su hogar en el arroyo.
Un día, mientras Wally jugaba con sus amigos, escucharon un fuerte ruido que provenía de la orilla. Asustados, se acercaron para investigar.

“¿Qué fue eso?” preguntó uno de sus amigos, una burbujita llamada Bubi.

“No lo sé, pero parece que viene de la ciudad,” contestó Wally, frunciendo el ceño. “¡Vamos a averiguarlo!”
Los tres amigos decidieron seguir el sonido. Al llegar a la orilla, Wally vio algo que le heló la gota. En la distancia, un monstruo gigante estaba arrojando humo negro, y lo peor de todo, el agua del arroyo comenzaba a oscurecerse.

“¡Es el monstruo de la contaminación!” gritó Bubi, temblando.

“¡Debemos detenerlo antes de que contamine todo Maravilla!” exclamó Wally con valentía.
Sin embargo, no sabía cómo hacerlo. Justo en ese momento, sintió un pequeño cosquilleo en su interior. Era la voz de la naturaleza llamándolo.

“Wally, Wally…” susurró una suave brisa. “Necesitas ayuda.”

Wally miró a su alrededor y vio a Abril, jugando feliz en el jardín. Sus ojos se iluminaron. “¡Podemos pedir ayuda a Abril!” dijo emocionado. “Ella siempre cuida de su entorno. Tal vez sepa qué hacer.”
Decidido, Wally se lanzó al aire y comenzó a saltar hacia Abril. Mientras lo hacía, sus amigos lo siguieron, formando un pequeño grupo de gotas decididas a salvar su hogar.

“¡Abril, Abril!” gritó Wally desde lo alto. “¡Necesitamos tu ayuda!”

Abril, sorprendida de ver a una gota de agua que hablaba, se acercó despacio. “¿Tú hablas?” preguntó, con los ojos muy abiertos.
“Sí, soy Wally. Hay un monstruo de la contaminación que amenaza Maravilla. ¡Tú puedes ayudarnos!” dijo Wally, esperanzado.
Abril miró a su madre, quien había alzado la vista al escuchar el alboroto. “Mamá, hay un monstruo que está contaminando el arroyo. Wally y sus amigos dicen que necesitamos hacer algo.”
Laura se agachó y sonrió a Abril. “Eres muy valiente, querida. Pero necesitamos pensar bien. ¿Qué podemos hacer para salvar el arroyo?”
Abril pensó un momento y luego dijo con decisión: “Podemos hacer un plan. Si todos los niños de Maravilla se unen, ¡podemos detener al monstruo!”
Wally brilló de alegría. “¡Esa es una gran idea! Cada niño puede ayudar cuidando su parte del mundo. ¡Debemos hacerlo juntos!”
Y así, juntos, Abril, su madre, y Wally comenzaron a formar un plan. Sabían que la aventura apenas comenzaba y que tendrían que hacer todo lo posible para salvar Maravilla del monstruo de la contaminación.
Mientras el sol brillaba sobre ellos, una chispa de esperanza iluminó el corazón de Wally. Todo lo que necesitaban era un poco de valentía y mucha unión.

Y el camino hacia la salvación de Maravilla ya había comenzado.

**Capítulo 2: El Desafío del Monstruo**

La mañana siguiente, Abril y Wally se reunieron en el jardín. Abril estaba emocionada, pero también un poco nerviosa. “Wally, ¿y si el plan no funciona? El monstruo es muy grande y da miedo.”
Wally, con su brillo resplandeciente, le respondió: “No te preocupes, Abril. Si estamos juntos y trabajamos en equipo, podemos enfrentar cualquier desafío. Solo necesitamos que los niños de Maravilla vengan y se unan a nosotros.”
Abril asintió y corrió a reunir a sus amigos. En el parque, los niños estaban jugando cuando Abril les explicó la situación. “¡Escuchen! Hay un monstruo de contaminación en el arroyo, y necesitamos su ayuda para detenerlo. ¡Vamos a ser héroes!”
Los niños miraron a Abril con curiosidad. Uno de ellos, un niño llamado Lucas, dijo: “Pero, ¿cómo vamos a detener a un monstruo tan grande?”
Wally, que había estado escuchando, se acercó y habló con confianza: “¡Podemos usar nuestra imaginación! Si cada uno de ustedes trae algo especial y se une a nosotros, podremos crear un escudo de amor y cuidado por la naturaleza.”
Los niños comenzaron a pensar en lo que podrían traer. Una niña llamada Valeria dijo: “Yo puedo traer mis dibujos para mostrar lo hermosa que es la naturaleza.” Otro niño, Mateo, añadió: “Yo puedo recoger flores y hacer una corona para el arroyo.”
Con los planes listos, los niños se dividieron en grupos y comenzaron a recolectar cosas. Wally observó desde el aire, sintiéndose cada vez más orgulloso de sus nuevos amigos.
Pero, mientras tanto, un giro inesperado ocurrió. El monstruo de la contaminación, que parecía estar durmiendo, de repente se despertó y comenzó a avanzar hacia el pueblo. Su forma era oscura y bulbosa, y el aire a su alrededor se llenó de humo.

“¡Rápido! Regresemos al arroyo!” gritó Wally, volando hacia los niños.

Cuando llegaron, el monstruo estaba allí, lanzando humo negro. Abril y sus amigos se detuvieron en seco, temiendo lo que podían encontrar. “¿Y ahora qué hacemos?” preguntó Lucas, viendo cómo el monstruo agitaba sus brazos.
“Esperen, ¡tenemos que recordar nuestro plan!” dijo Abril, recordando las palabras de Wally. “Cada uno de nosotros tiene algo especial que ofrecer. ¡Vamos a hacer esto juntos!”
“Yo traigo mis dibujos,” dijo Valeria, levantando sus papeles llenos de colores. “¡Debemos mostrárselo!”
Con el corazón latiendo rápido, Valeria comenzó a alzar sus dibujos del paisaje maravilloso que representaban un mundo limpio y lleno de vida. Los otros niños se unieron, levantando flores, hojas y todo lo que habían traído.
“¡Mira esto, monstruo!” gritó Abril, señalándolo. “Esto es la belleza que puedes destruir. ¡No queremos que lo hagas!”
El monstruo, sorprendido por los colores y la alegría de los niños, dejó de moverse. Los ojos oscuros del monstruo empezaron a parpadear, y la nube de humo que lo rodeaba comenzó a desvanecerse. “¿Qué es esto? Nunca había visto algo así…” murmulló el monstruo.
“Estamos aquí para salvar Maravilla,” dijo Wally, llenando su voz de valentía. “Si dejas de contaminar, te prometemos que te enseñaremos a cuidar del agua y la naturaleza.”
Abril dio un paso adelante y agregó: “Tú también puedes ser parte de Maravilla. ¡Juntos podemos cuidar este lugar y hacerlo hermoso!”
El monstruo miró a los niños, sintiendo por primera vez lo que era la bondad y la unión. Con un profundo suspiro, dejó caer su humo negro, el cual se desvanecía en el aire. “Está bien, lo intentaré,” dijo el monstruo, ahora un poco más pequeño y menos aterrador. “Quiero saber más sobre cómo cuidar de este lugar.”
Abril y Wally sonrieron. “¡Entonces síguenos! El viaje hacia un mundo mejor comienza hoy.”
Con una chispa de esperanza renovada, los niños y el monstruo se unieron, listos para aprender y cambiar Maravilla juntos. La aventura apenas comenzaba, pero ya estaban un paso más cerca de salvar su hogar.
Y así, el monstruo de la contaminación se convirtió en un amigo, mientras juntos, todos aprendían a cuidar el maravilloso mundo que los rodeaba. ¡La valentía de Abril y Wally había hecho la diferencia!

Fin del capítulo 2.

**Capítulo 3: La Nueva Amistad**

El sol brillaba en el cielo azul mientras Abril, Wally y los demás niños miraban al monstruo, que ahora no asustaba tanto como antes. Con una sonrisa en su rostro, Abril dio un paso adelante. “¿Cuál es tu nombre?” le preguntó con curiosidad.
El monstruo, que ahora parecía un poco más pequeño y menos amenazante, dijo tímidamente: “No tengo un nombre. Solo me llaman el Monstruo de la Contaminación.”
“¡Vamos a darte uno!” exclamó Mateo, emocionado. “¿Cómo te gustaría que te llamaran?”
El monstruo pensó por un momento y respondió: “Me gustaría llamarme Marco. Suena bonito y amable.”
“¡Marco! Me gusta,” dijo Valeria, levantando sus dibujos. “Ahora, Marco, necesitamos enseñarte cómo cuidar de Maravilla.”

“¿De verdad puedo ayudar?” preguntó Marco, sintiéndose esperanzado.

“¡Claro que sí!” dijo Wally, brillando intensamente. “Comencemos por limpiar el arroyo. ¡La naturaleza necesita nuestra ayuda!”
Los niños se pusieron a trabajar. Lucas y Valeria recogieron la basura que había en el arroyo, mientras Abril y Mateo le mostraban a Marco cómo no dejar basura donde no debía. “Si el agua está limpia, todos pueden disfrutar de ella,” explicó Abril con una voz dulce.
Marco observaba y aprendía rápido. “Voy a ayudar a que el agua brille de nuevo,” dijo con determinación, y con un movimiento de sus brazos, empezó a recoger hojas y basura con su fuerza especial.
Un rato después, el arroyo se veía más hermoso. El agua brillaba como un espejo y las flores comenzaban a florecer alrededor. “¡Miren, ya está mejorando!” gritó Abril, llena de alegría.
Marco sonrió, sintiéndose feliz por primera vez en mucho tiempo. “¡Es maravilloso ver todo esto! Prometo que nunca volveré a contaminar.”
“¡Eso es genial, Marco!” dijo Wally con entusiasmo. “Ahora, aprendamos a cuidar el agua y a proteger la naturaleza todos juntos.”
Con el paso de los días, Marco y los niños se convirtieron en grandes amigos. Juntos organizaron limpiezas en el parque y plantaron nuevos árboles y flores. Todos los habitantes de Maravilla se unieron al esfuerzo, y poco a poco, el pueblo se volvió más limpio y hermoso.
Un día, mientras todos trabajaban en el parque, Laura, la mamá de Abril, se acercó. “¡He escuchado tanto sobre su aventura! Estoy muy orgullosa de todos ustedes,” dijo con una sonrisa.
Abril sonrió de oreja a oreja. “¡Mamá, Marco se ha convertido en nuestro amigo y está ayudando a que Maravilla sea increíble!”
“Es maravilloso ver a todos trabajando juntos,” dijo Laura, mirando a Marco. “Bienvenido a la comunidad, Marco.”
“Gracias,” dijo Marco, emocionado. “Nunca imaginé que podría tener amigos y ayudar a cuidar de la naturaleza.”
Y así, el pueblo de Maravilla prosperó, lleno de color y vida. Los niños aprendieron a cuidar el agua y a respetar la naturaleza, mientras Marco seguía aprendiendo y creciendo como amigo.
El monstruo de la contaminación ya no existía, reemplazado por el amor y la amistad. Juntos, Abril, Wally, Marco y todos los niños se convirtieron en los héroes de Maravilla.
Desde entonces, cada vez que un niño veía una gota de agua brillar bajo el sol, sonreía y recordaba que incluso los monstruos pueden cambiar y que, con amor y unión, todo es posible.
Y así, la historia de Abril, Wally y Marco siguió siendo contada de generación en generación, recordando siempre que el verdadero poder para cuidar el mundo está en nuestras manos. ¡Fin!

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