Historia para Anyela Gleimar

En el pacífico y tranquilo pueblo de Jardín de Infancia, vivía una pequeña niña de cabellos ensortijados y una sonrisa brillante como el amanecer, su nombre era Anyela Gleimar. La vida en Jardín de Infancia era simple pero llena de colores, alegría y juegos interminables.

Un día, una invitada especial llegó a la villa, Mrs. Claus. Todos conocían las historias sobre ella, la gentil y cariñosa compañera de Santa, conocida por su enorme corazón y su amor por la decoración navideña. Tenía un reto por cumplir: transformar el pueblo en un paraíso invernal, lleno de farolillos tintineantes, guirnaldas relucientes y un gran árbol de Navidad en la plaza principal.

Pronto, las buenas noticias se dispersaron como polvo de estrella por el pueblo y los niños estaban llenos de entusiasmo. Sin embargo, para nuestra pequeña heroína, Anyela, el entusiasmo se convirtió en preocupación. No entendía por qué se necesitaban tantas luces y adornos para celebrar la Navidad.

Con valentía, se acercó a Mrs. Claus y le expresó sus pensamientos. "¿Por qué tenemos que cambiar nuestro hermoso pueblo? me gusta tal como es". Mrs. Claus la miró con ternura y le explicó que la belleza de la Navidad no solo reside en los adornos y luces, sino también en el espíritu de dar y compartir amor.

El rostro de Anyela se iluminó con una idea brillante. Decidió ayudar a Mrs. Claus, pero con una condición: cada adorno y luz que pusieran debía ir acompañado de un acto de bondad. Mrs. Claus estuvo de acuerdo y así comenzó su aventura.

Trabajaron duro, día y noche. Mrs. Claus y Anyela, con la ayuda de todos los niños del pueblo, transformaron Jardín de Infancia en una verdadera maravilla invernal. Cada adorno colocado, cada luz encendida, formaba parte de un acto de amor, bondad y verdad.

El espíritu de dar y compartir se extendió por todo el pueblo, transformando el corazón de todos los habitantes. La Navidad había llegado a Jardín de Infancia no solo físicamente con la decoración luminosa, sino también en los corazones de sus habitantes, llenándolos de amor, generosidad y verdad.

Anyela, por su parte, creció en el proceso, aprendiendo la importancia de la honestidad y de compartir el amor con los demás, y se convirtió en una pequeña heroína para su pueblo.

La noche de Navidad llegó y Jardín de Infancia brillaba con luces cálidas y un espíritu festivo palpable. Santa Claus llegó en su trineo, sorprendido y encantado con la transformación del pueblo, y con la pequeña Anyela que había llevado el verdadero significado de la Navidad a todos.

En ese momento, Anyela recordó la lección que Mrs. Claus le había enseñado: "Siempre di la verdad, porque un mentiroso no será confiable". Con una sonrisa, Anyela prometió mantener esa lección en su corazón.

Esa Navidad fue la más mágica y radiante en la historia de Jardín de Infancia, y Anyela Gleimar, con su inocencia y valentía, había ayudado a recordar a todos el verdadero significado de la Navidad: la verdad, el amor y la bondad.