Historia para Briana

### El Viaje Mágico de Frosty y Briana

Era una mañana fría y brillante en la ciudad de Parque Infantil. El sol brillaba con fuerza, pero el aire era nítido y fresco. La nieve cubría el suelo como un suave manto blanco, brillante y suave al tacto. Los árboles se adornaban con un espolvoreado de nieve que se parecía a un delicioso glaseado, mientras que el cielo azul se destacaba, como una linda pintura.
En el corazón de este paisaje invernal vivía Briana, una niña de 6 años. Su cabello negro, rizado como espirales de chocolate, caía sobre sus diminutos hombros, mientras que sus ojos marrón oscuro brillaban con curiosidad y alegría. A Briana le encantaba leer cuentos sobre princesas que vivían en castillos y cocinaban postres mágicos. También disfrutaba bailar, dejando que su cuerpo se moviera al ritmo de la música que sonaba en su corazón.
Esa mañana, Briana salió al jardín, envuelta en su abrigo rosa, con las mejillas sonrojadas por el frío. Mientras miraba los copos de nieve que danzaban por el aire, sintió un cosquilleo en su nariz. "¡Brr!" pensó, al darse cuenta de que había un copo de nieve especial que había aterrizado justo allí.
De repente, un gran y suave ruido resonó a su alrededor: "¡Ja, ja, ja!". Briana giró rápidamente y vio a Frosty, el muñeco de nieve de su imaginación, que había cobrado vida. Con su brillante sombrero de copa y su bufanda colorida ondeando en el viento, Frosty sonrió. "¡Hola, Briana! ¡Qué alegría verte!", dijo con una voz alegre y profunda, como un canto mágico.

"¡Frosty! ¡Eres real!", exclamó Briana, dando saltos de felicidad.

Frosty se inclinó un poco hacia ella. "Sí, y he venido con una misión muy especial de Santa. ¡Tengo que entregar un mensaje navideño a todos los niños de Parque Infantil!"

Los ojos de Briana se iluminaron. "¡Quiero ayudarte, Frosty! ¡Vamos juntos!"

La nieve crujía bajo sus pies mientras caminaban por el parque, riendo y compartiendo historias. El aire estaba lleno de risas y la emoción de la Navidad. De repente, escucharon un ladrido juguetón. Era Max, el perro travieso del vecindario, saltando de alegría.
"¡Hola, Frosty! ¡Hola, Briana! ¿A dónde van?", preguntó Max, moviendo su cola con entusiasmo.
"¡Vamos a entregar un mensaje de Navidad de Santa!", respondió Frosty con una sonrisa brillante.
"¡Genial! ¡Yo quiero venir también!", ladró Max mientras giraba en círculos. Briana asintió con entusiasmo. "Cuantos más seamos, mejor será la aventura."
Siguiendo su camino, se encontraron con Lila, una niña con ojos azules que adoraba pintar y crear arte. Lila estaba sentada en una pequeña colina, con pinceles y colores que brillaban bajo el sol. "¡Frosty! ¡Briana! ¿A dónde van en un día tan frío?", preguntó curiosa.
"Vamos a entregar un mensaje de Navidad de Santa", explicó Briana con una sonrisa radiante.
"¡Yo también quiero unirme! Necesito un poco de aventura después de pintar toda la mañana", dijo Lila emocionada.
Los cuatro amigos se unieron, llenos de alegría y energía. Juntos siguieron su camino, pero de repente, se encontraron con un grupo de niños que parecían tristes. Al acercarse, se dieron cuenta de que estaban mirando un árbol de Navidad que estaba vacío y sin adornos.

"¿Qué sucede?", preguntó Briana, preocupada.

"No tenemos suficientes adornos para nuestro árbol", respondió uno de los niños con un susurro apagado.
Briana miró a Frosty, quien le sonrió de manera alentadora. "¡No se preocupen! ¡Juntos podemos hacer adornos!", propuso ella con determinación.
Mientras comenzaban a buscar ramas, piñas y trozos de papel brillante en la nieve, Frosty dijo, "La amabilidad siempre ayuda. Si todos unimos nuestras manos, la Navidad puede ser mucho más especial".
Los niños comenzaron a reír y a compartir ideas. Briana, con su creatividad, pintó el papel con colores alegres, Lila usó su pincel para hacer dibujos de estrellas y copos de nieve, y Max corría por ahí trayendo cosas divertidas.

Pero en medio de la alegría, algo inesperado sucedió...

Una ráfaga de viento sopló con fuerza y un lazo dorado que estaban usando como adorno voló hacia el cielo. "¡Oh, no! ¡No podemos dejar que se pierda!", gritó Briana, y de inmediato, los amigos se organizaron para atraparlo.
"¡Vamos! ¡No podemos rendirnos!" animó Frosty, mientras todos corrían detrás del lazo dorado que danzaba en el aire, convirtiendo la situación en una emocionante carrera.
Así, con risas, determinación y un toque de magia, la aventura de Briana, Frosty, Max y Lila estaba a punto de volverse mucho más emocionante...
La ráfaga de viento sopló con fuerza, pero Briana no se dejó llevar por el miedo. “¡Vamos! ¡No podemos rendirnos!”, gritó mientras sus pasos veloces la llevaban tras el brillante lazo dorado que danzaba en el cielo invernal. Lila, Max y Frosty la seguían de cerca, todos riendo y alentándose mutuamente. El espíritu de la Navidad estaba vivo en su aliento risueño.
“¡Ahí va!”, exclamó Lila, señalando hacia el lazo que giraba y brillaba bajo el sol. "¡Vamos a alcanzarlo!"
Briana miró a su alrededor y tuvo una idea. “¡Max, corre hacia el otro lado! ¡Lila, tú y yo nos quedamos aquí! ¡Vamos a hacerlo como si fuéramos un equipo!” Max ladró de emoción y corrió en dirección opuesta, ladrando con alegría mientras Frosty daba saltos, ayudando a dirigir a todos.
Mientras el lazo danzaba, los amigos se movían en perfecta armonía. Lila y Briana extendieron sus brazos hacia el cielo, mientras que Max corría en círculos, tratando de asustar al viento. ¡Éxito! Con un último salto decidido de Max y un empujón de Frosty, el lazo dorado, brillante como los sueños navideños, cayó directo en las manos de Briana.
“¡Lo conseguimos!”, gritó Briana, abrazando el lazo con fuerza. “¡Es tan hermoso!”
Mientras el viento calmaba su alboroto y la nieve se asentaba suavemente en el suelo, los cuatro amigos se reunieron. “Gracias a todos por ayudarme”, dijo Briana, sonriendo con gratitud. “La amabilidad y la unión nos hicieron más fuertes”.
“¿Y qué tal si lo colocamos en nuestro árbol?”, sugirió Lila, sus ojos brillando como estrellas. Todos estuvieron de acuerdo. Con la ayuda de Frosty, colocaron el lazo en su árbol improvisado de adornos brillantes, un símbolo de su aventura y de la alegría que habían compartido.
“¡Mira cómo brilla!” exclamó Frosty, mirando con felicidad el árbol decorado. Y mientras el sol comenzaba a ponerse, una luz cálida iluminó el parque infantil. Los niños que antes se sentían tristes por sus adornos ahora sonreían, llenos de entusiasmo por el espíritu navideño que había crecido en ellos.
Briana dio un paso adelante y les dijo a todos: “¡Ahora tenemos que ir a la plaza del pueblo y contarles sobre el mensaje de Navidad de Santa!”
Al llegar a la plaza, muchos niños ya habían comenzado a reunirse. Frosty subió al pequeño banquillo con una sonrisa radiante. “Queridos amigos”, comenzó, “hemos tenido una aventura mágica hoy, pero hay un mensaje muy importante que debemos compartir con todos ustedes”.
Briana se unió a Frosty y, juntos, leyeron el mensaje de Santa: “Queridos niños, siempre es importante ser amables, porque la amabilidad es el mejor regalo”.
Una ovación estalló entre los niños, llenos de alegría y agradecimiento. “¡Sí! ¡La amabilidad es mágica!”, gritó un niño en voz alta.
Frosty sonrió, viendo cómo la emoción llenaba el aire. “Cuando somos amables, podemos hacer que otros se sientan felices, ¡y eso es lo que hace que la Navidad sea tan especial!”
La plaza estalló en canción y baile. Briana se unió al círculo de amigos, danzando con alegría mientras la música llenaba el aire. Max saltaba alrededor, ladrando felizmente, y Lila se movía como una princesa entre riscos de luz. Frosty, con su sombrero de copa y su bufanda que danzaba, se unió a la fiesta, haciendo un movimiento gracioso que hizo reír a todos.
La noche continuó envolviendo a Parque infantil en una suave manto de nieve brillante. Y cuando se sentaron alrededor de un bonito fuego, compartiendo galletas y chocolate caliente, cada niño sonrió sintiéndose más cálido que nunca. Las risas resonaban en el aire mientras contaban historias de bondad, sueños de compartir y el verdadero significado de la Navidad.
“Gracias, Frosty”, dijo Briana, abrazando al muñeco de nieve. “Gracias por ser nuestro amigo y por recordarnos lo importante que es ser amables”.
“Gracias a ti, Briana”, respondió Frosty. “La Navidad es mágica cuando la compartimos con las personas que amamos”.
Y así, mientras el viento soplaba suavemente, cada niño en Parque infantil sabía que el regalo más maravilloso de todos no eran los adornos ni las galletas, sino el amor y la amabilidad que compartían en sus corazones. La nieve siguió cayendo, y esa noche, el cielo brilló con estrellas, como si el propio Santa Claus estuviera sonriendo desde arriba, complacido de ver que la magia de la amabilidad seguía viva.
Y así, todos vivieron felices, siempre recordando que, en cada rincón del mundo, ¡ser amable es el mejor regalo de todos!

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