Historia para Sebastián

### Capítulo 1: El Bosque Mágico y la Amistad
En un pequeño pueblo rodeado de un bosque mágico, vivía un niño llamado Sebastián. Tenía cinco años, ojos brillantes como estrellas y una sonrisa que iluminaba el día. A Sebastián le encantaba explorar la naturaleza. Pasaba horas buscando insectos, recogiendo hojas y hablando con los animales que encontraba. ¡Era un verdadero aventurero!
Un día soleado, mientras saltaba de piedra en piedra cerca de un gran árbol, Sebastián notó algo especial. El árbol era enorme, sus ramas se extendían como brazos amigables y sus hojas eran verdes como esmeraldas. "¡Qué árbol tan bonito!", se exclamó Sebastián, acercándose para tocar su tronco rugoso.
—¡Hola, pequeño! —dijo una voz suave y cálida que hizo que Sebastián se detuviera. Era el árbol, que hablaba con un tono amable y acogedor.

—¡Hola! ¿Puedes hablar? —preguntó Sebastián, los ojos muy abiertos de sorpresa.
—Soy Greeny, el árbol sabio de este bosque —respondió el árbol, moviendo suavemente sus hojas. —Este bosque es mi hogar, y lo cuido con mucho cariño.
Sebastián sonrió de oreja a oreja. ¡Era su primer amigo árbol! Pasaron horas conversando. Greeny le contó sobre las aves que anidaban en sus ramas, sobre las flores que crecían a su alrededor y cómo cada pequeño ser del bosque dependía de los demás.

—¡Vamos a cuidar del bosque juntos! —dijo Sebastián emocionado.
A lo lejos, su padre, Ronny, un hombre alto con una risa contagiosa, los observaba. “¡Sebastián! ¿Qué haces?”, preguntó, acercándose con su sombrero de aventura.
—¡Papá, mira! ¡He hecho un nuevo amigo! Se llama Greeny y es un árbol que habla —respondió Sebastián, moviendo sus brazos enérgicamente.
—¡Hola, Greeny! —saludó Ronny con una amplia sonrisa—. Este bosque es un lugar muy especial. Debemos protegerlo.
—Así es, Ronny —dijo Greeny, acercándose un poco más, mientras sus hojas temblaban con una ligera brisa—. Pero siento que algo no está bien. Hay rumores de que una malvada corporación quiere talar el bosque para construir edificios.
Sebastián frunció el ceño. “¿De verdad? ¡No podemos dejar que eso suceda!”, exclamó, apretando su pequeño puño.
—No, no podemos —respondió Ronny, ajustándose su gorra de aventura—. Debemos actuar rápido, Sebastián.
Sebastián miró a su padre y luego a Greeny. Tenía una idea que brillaba en su mente como el sol. “¡Vamos a hacer algo! ¡Podemos hablar con los demás niños del pueblo y hacer carteles para mostrar lo hermoso que es nuestro bosque!”

—¡Esa es una gran idea! —dijo Ronny, asintiendo con entusiasmo.
Pero justo en ese instante, un zumbido fuerte resonó en el aire. Sebastián miró hacia arriba y vio aviones sobrevolando el bosque. “¿Qué están haciendo ellos?” murmuró, sintiendo un escalofrío en su estómago.
—Sebastián, necesitamos encontrar una manera de ayudar a los árboles antes de que sea demasiado tarde —dijo Greeny, su voz ahora un poco más seria.
—¡Vamos, papá! ¡Greeny! ¡Debemos reunir a todos los niños del pueblo y hacer un plan! —gritó Sebastián con determinación, mientras su corazón latía rápido.
Los tres se miraron con complicidad; aunque la situación era difícil, sabían que juntos podían hacer la diferencia. Así comenzó su gran aventura para salvar el bosque mágico.

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El aire se llenó de emoción y un toque de inquietud, pero Sebastián estaba decidido. La amistad entre un niño y un árbol sabio se convertiría en la fuerza más poderosa del bosque. ¡Y esto era solo el comienzo!

**Capítulo Final: La Fiesta del Bosque**
El día del picnic se llenó de risas y alegría. El sol brillaba alto en el cielo, y las hojas de Greeny danzaban suavemente con la brisa suave. Sebastián miró a su alrededor y vio a todos sus amigos, con sus sonrisas radiantes, llevando deliciosas frutas y coloridos carteles.
—¡Miren qué bien queda! —exclamó Sebastián, señalando su cartel que decía: *"¡Salvemos el bosque!"* junto a dibujos de árboles y animales.
—¡Sí! ¡Es muy bonito! —respondió su amiga Clara, que llevaba una canasta llena de galletas.
Ronny, el papá de Sebastián, estaba organizando juegos. Con su gorra de aventura, miraba a los niños con una gran sonrisa.
—¡Vamos a jugar a "Atrapa la hojas"! —gritó Ronny, y todos los niños corrieron por el prado mientras reían y disfrutaban del día.
Mientras tanto, Greeny observaba desde su lugar con ternura. De repente, notó que algunos adultos del pueblo se acercaban, intrigados por el bullicio. Entre ellos estaba la señora Rosa, que tenía una gran tienda de flores.
—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó la señora Rosa, con curiosidad en sus ojos.
—¡Estamos protegiendo el bosque! —respondió Sebastián, emocionado. —¡Miren qué hermoso es! ¡No queremos que lo corten!
La señora Rosa miró a su alrededor. Vio a los niños jugando, los carteles y el gran árbol que era Greeny. Su corazón se llenó de ternura y preocupación.
—No sabía que el bosque estaba en peligro. ¡Es hermoso! —dijo ella, tocando suavemente la corteza de Greeny.
—¡Sí! —dijo Greeny, dejando caer algunas hojas en señal de gratitud. —Este bosque es un hogar para muchos, y todos lo podemos cuidar.
A medida que los adultos escuchaban a los niños y comprendían la importancia del bosque, más personas comenzaron a unirse al picnic. El aire se llenó de entusiasmo, y todos disfrutaron de la comida y los juegos.
Cuando el sol comenzó a esconderse, Sebastián se subió en una piedra y miró a todos. Con su voz fuerte y clara, dijo:
—¡Gracias a todos por venir! ¡Juntos somos más fuertes! ¡Podemos cuidar de nuestro hogar!
Los adultos aplaudieron, y algunos comenzaron a hablar sobre cómo podían ayudar a proteger el bosque. La señora Rosa, emocionada, prometió enviar cartas a la corporación para que entendieran lo importante que era el bosque para todos.
Finalmente, mientras la luz del día se desvanecía, Greeny habló con una voz suave y apacible:
—Gracias, pequeños amigos. Ustedes son los verdaderos héroes. Siempre que cuiden el bosque, yo estaré aquí, protegiéndolos a ustedes.
Sebastián, con lágrimas de felicidad en los ojos, corrió hacia Greeny y lo abrazó.
—¡Siempre te cuidaremos, Greeny! —dijo, sintiendo el amor y la magia del bosque a su alrededor.
Y así, entre risas y promesas, el bosque encantado permaneció protegido, lleno de vida y alegría. Sebastián y su padre, Ronny, se unieron a todos los niños y adultos, disfrutando de una fiesta mágica llena de música, juegos y buenos deseos.
El bosque seguiría siendo un lugar de aventuras, risas y amistad, gracias a un pequeño niño, su papá y un árbol sabio llamado Greeny. Y cada día, Sebastián aprendía más sobre cómo cuidar de la naturaleza, siempre recordando que juntos, podían hacer del mundo un lugar mejor.
