Historia para Berni💚, Oli💙, Pachi💜, Sofi💗

**Caperucita Roja y el Bosque Mágico**
En un pequeño pueblo rodeado de un vasto y misterioso bosque, donde los árboles susurraban secretos y los ríos cantaban melodías antiguas, vivían cuatro amigas inseparables: Berni, Oli, Pachi y Sofi. Cada una de ellas poseía un brillo especial, como las estrellas que adornaban el cielo en una noche clara.
Berni, con su cabello corto y oscuro como las alas de un cuervo, pasaba horas explorando la naturaleza. Sus ojos marrones, llenos de curiosidad, se iluminaban cada vez que encontraba una flor desconocida o un pequeño animal herido al que podía ayudar. "¡Miren! ¡Una ardilla!", exclamaba con entusiasmo, mientras sus amigas la seguían, riendo y corriendo tras ella.
Oli, con su cabello ondulado y oscuro que caía como cascadas de chocolate, soñaba con la magia. Siempre tenía una canción lista para compartir, y su risa era contagiosa. "¿Sabías que si soplas en una flor, puedes pedir un deseo?", decía, mientras cerraba los ojos y hacía un pequeño gesto con las manos. Sus amigas la miraban con admiración, deseando que su mundo estuviera lleno de hechizos.
Pachi, la más pequeña del grupo, tenía el cabello dorado como los rayos del sol y ojos verdes que brillaban de alegría. Ella amaba cocinar y siempre llevaba consigo una canasta llena de deliciosas galletas que había hecho. "¡Hice galletas de chocolate! ¡Son el mejor regalo para la abuela de Caperucita!", decía emocionada, mientras mostraba su tesoro a las demás.
Sofi, con su cabello castaño corto y ojos color avellana, amaba leer historias de aventuras. Su mente estaba llena de mundos lejanos y personajes fantásticos. "Imaginen que somos las heroínas de un libro. Podemos hacer lo que queramos", decía, mientras les contaba sobre sus lecturas.
Una mañana soleada, las cuatro amigas decidieron que era el día perfecto para visitar a la abuela de Caperucita Roja, quien vivía al otro lado del bosque. "¡Vamos a llevarle las galletas que preparé!", insistió Pachi, mientras las demás asintieron con entusiasmo.
Con sus mochilas llenas de alegría y una canasta de galletas, comenzaron su aventura. El camino serpenteaba entre altos árboles, cuyas hojas brillaban como joyas bajo la luz del sol. A medida que avanzaban, el aroma de las flores silvestres les llenaba los pulmones, y el canto de los pájaros acompañaba sus risas.
De repente, llegaron a un claro en el bosque y se encontraron frente a un árbol enorme, con un tronco tan ancho que varias niñas juntas no podrían abrazarlo. Pero lo más sorprendente fue que el árbol parecía hablar. Sus ramas se movían suavemente, como si estuvieran danzando.
"Hola, pequeñas aventureras", dijo el árbol con una voz profunda y amable. "Soy el Guardián del Bosque. He estado observando su camino."
Las chicas se miraron con asombro y respeto. "¿Por qué nos observas?", preguntó Oli, intrigada.
"Porque el bosque guarda secretos y peligros", respondió el árbol. "Hay una bruja que ronda por aquí, y no le gusta que los niños se adentren en su territorio".
Los corazones de las amigas latieron más rápido. "¿Qué haremos?", murmuró Sofi, sintiéndose un poco asustada.
"Escuchen, deben ser valientes. Si se encuentran con la bruja, mantengan la amistad entre ustedes. La amistad tiene un poder especial", aconsejó el árbol, mientras sus hojas brillaban con un leve resplandor.
Agradecidas, las chicas continuaron su camino, pero el aire comenzó a cambiar. Los pájaros dejaron de cantar y una niebla espesa comenzó a cubrir el camino. Fue entonces cuando escucharon un ruido extraño, como un susurro inquietante que venía de entre los árboles.

"¿Qué fue eso?", preguntó Pachi, apretando la mano de Sofi.
Antes de que cualquiera pudiera responder, una figura apareció entre la niebla. Era la bruja, con su larga capa negra ondeando al viento y ojos oscuros que brillaban como dos estrellas malignas. "¿Qué hacen aquí, pequeñas intrusas?", preguntó con voz grave, haciendo eco en el silencio del bosque.
Berni, siempre valiente, dio un paso al frente. "¡No nos asustarás! Venimos en paz, a llevarle galletas a la abuela de Caperucita", dijo con un tono firme.
La bruja se detuvo por un momento, sorprendida por la audacia de la niña. "¿Galletas? ¡Bah! No necesito eso. Los niños no deberían estar aquí", respondió, tratando de sonar amenazante.
Oli, recordando las palabras del árbol, se armó de valor. "Pero... ¿no te gustaría tener amigos? Todos necesitamos compañía", dijo, mirando a la bruja a los ojos. "La amistad es poderosa".
La bruja frunció el ceño, pero en su interior sintió algo que no había sentido en mucho tiempo. "¿Amigos? Nadie quiere ser mi amigo. Todos me temen", murmuró, su voz ahora más suave.
Las chicas se miraron y, con un gesto de complicidad, Pachi dio un paso adelante. "Nosotras no te tenemos miedo. ¿Por qué no hablas con nosotras? Podemos compartir nuestras galletas y hacer música juntas", propuso con una sonrisa.
La bruja, sorprendida por la amabilidad de las niñas, sintió que su corazón se ablandaba. "¿Realmente lo harían?", preguntó, su tono ahora lleno de asombro.
“No solo eso”, dijo Sofi, “podemos contarte historias. Hay tantos mundos por descubrir”.
Y así, mientras la niebla se disipaba lentamente, las cuatro amigas se acercaron a la bruja, dispuestas a mostrarle que la amistad puede brillar incluso en los lugares más oscuros. Pero justo cuando pensaban que todo iba a cambiar, un grito resonó en la distancia, interrumpiendo su mágico encuentro…

**Continuará…**
Los gritos resonaron nuevamente en el aire, llenando el bosque con una sensación de urgencia. Berni miró hacia el lugar de donde provenía el sonido, su corazón latiendo con fuerza. "¿Qué fue eso?" preguntó, preocupada.
Oli, con sus ojos brillantes de curiosidad, respondió: "Tal vez alguien necesita ayuda. Debemos investigar".
La bruja, aunque un poco reacia al principio, asintió. "Yo conozco este bosque mejor que nadie. Seguidme", dijo, tomando la delantera con confianza. Las niñas se sintieron aliviadas. La bruja ahora no era solo una figura temida, sino una aliada.
Mientras avanzaban, el árbol mágico, al que habían visitado antes, apareció ante ellas, sus ramas moviéndose suavemente como si saludara a las chicas y a la bruja. "¿Qué sucede, mis queridas guardianas? El bosque está inquieto", dijo el árbol con una voz profunda y resonante.
Berni se acercó al árbol. "Escuchamos gritos. Algo no está bien", explicó con determinación.
"Debemos seguir el sonido", sugirió Sofi, su mirada decidida. "Tal vez podamos ayudar".
Las cuatro amigas, junto con la bruja, se adentraron más en el bosque. A medida que se acercaban, los gritos se hicieron más claros. Era una niña pequeña, atrapada entre unas ramas espinosas. Su vestido azul brillaba en la luz filtrada del sol.

"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" gritaba la niña, con lágrimas en los ojos.
Sin dudarlo, Pachi corrió hacia ella. "¡No te preocupes! Vamos a sacarte de ahí", prometió, mientras se agachaba para liberar las ramas.
La bruja, viendo el coraje de las niñas, decidió utilizar su magia. "¡Con el poder de la amistad y la bondad, deseamos que estas espinas se alejen!" exclamó, agitando su varita mágica. Las ramas comenzaron a moverse, alejándose suavemente, liberando a la niña.

"¡Gracias! ¡Gracias!" dijo la niña, abrazando a Pachi. "Me llamo Clara".
"Soy Pachi, y estas son mis amigas Berni, Oli y Sofi. ¿Cómo llegaste aquí?" preguntó Pachi, un brillo de preocupación en sus ojos.
Clara, aún temblando, explicó: "Estaba persiguiendo a un ciervo hermoso. Me perdí y al intentar volver, estas espinas me atraparon".
"¡No te preocupes, Clara! Te llevaremos de regreso a casa", dijo Sofi, sonriendo con suavidad. "Y además, tenemos galletas".

Los ojos de Clara se iluminaron. "¿Galletas? ¡Me encantan las galletas!"
Con Clara a su lado, las niñas y la bruja empezaron a regresar. Pero mientras hacían el camino de vuelta, la bruja sintió un cambio en el aire. "Algo no está bien", murmuró.
De pronto, una sombra oscura apareció ante ellos. Era la figura de un lobo, con ojos brillantes y una sonrisa maliciosa. "¿Pero qué tenemos aquí? Un grupo de niñas y una bruja", dijo el lobo en tono burlón. "¿Qué hacen en mi bosque?"
Berni dio un paso al frente, decidida. "No tienes poder aquí. ¡No te dejaremos hacer daño a Clara!"
El lobo se rió y mostró sus afilados dientes. "¿Y quién me detendrá? ¿Ustedes?"
Oli, sintiendo que era el momento de usar su magia, levantó su varita. "Te detendremos, lobo. La amistad es más poderosa de lo que crees".
Sofi y Pachi se unieron a Oli, formando un círculo alrededor de Clara. Todas juntas pronunciaron las palabras que la bruja les había enseñado: "Con la fuerza de nuestra unión, repelimos la oscuridad y traemos la luz".
Una luz brillante llenó el bosque, y el lobo se detuvo, sorprendido. "¿Qué es esto? ¡No me gusta!" gritó, retrocediendo ante el resplandor.
El árbol mágico, testigo de la escena, habló nuevamente: "La verdadera amistad protege. Vete, lobo, y no vuelvas jamás".
El lobo, aterrorizado, dio un salto atrás y desapareció entre los árboles, dejando atrás solo un eco de su rugido.
Las niñas, la bruja y Clara se miraron, sorprendidas y aliviadas. "Lo logramos", exclamó Berni. "Juntas somos más fuertes".
"¡Eso fue increíble!" dijo Clara, sus ojos aún brillando de emoción. "Gracias por salvarme".
"Ahora vamos a llevarte a casa", dijo Pachi con una sonrisa, mientras tomaba la mano de Clara.
Al llegar a la casa de la abuela de Caperucita Roja, la puerta se abrió, revelando a una mujer mayor con una sonrisa amplia. "¿Qué ha pasado, niñas? ¡Están llenas de historias!"
Las chicas compartieron su aventura, mientras la abuela preparaba una mesa con galletas recién horneadas. Clara se unió a ellas, su risa llenando la habitación. Las historias de valentía, magia y amistad danzaron en el aire, creando un ambiente cálido y lleno de alegría.
La bruja, ahora parte del grupo, sonrió mientras escuchaba las historias. "Nunca pensé que podría tener amigos. Este bosque se siente diferente ahora", dijo, con emoción en su voz.
"Siempre serás parte de nosotros", dijo Oli, sonriendo con sinceridad. "La amistad puede surgir en los lugares más inesperados".
Con risas, música y galletas, las cinco amigas celebraron su valentía y la nueva vida que habían traído al bosque. Y así, el bosque no solo se convirtió en un lugar mágico, sino también en un hogar para todas, donde cada día era una nueva aventura.
Y así, la historia de Berni, Oli, Pachi, Sofi, Clara y la bruja mágica se convirtió en leyenda, recordada por generaciones como un cuento de amistad y valentía, donde la luz triunfó sobre la oscuridad. Fin.