Historia para Valeria
Título: Valeria y la botella mágica

Capítulo 1: La voz de Alice
Valeria estaba explorando el jardín trasero de su casa cuando vio a una pequeña criatura corriendo detrás de una mariposa. Se acercó para ver mejor y notó que era nada más y nada menos que el Conejo Blanco, como los que aparecían en los libros que su madre le leía antes de dormir.
Valeria siguió al conejo hasta un pequeño claro en el bosque. Allí encontró a Alice, la niña protagonista de las historias que tanto le gustaban. Alice había bebido de una botella que había encontrado, pero no era una botella común y corriente. De repente, su voz empezó a cambiar de tono y a veces se escuchaba muy grave, otras veces muy agudo.
Valeria se acercó a Alice y se presentó. Alice las invitó a jugar con ella durante el día, ya que la botella la había convertido en una niña muy alegre y divertida. Jugaron a las escondidas, saltaron en charcos de agua y se rieron mucho.
A medida que pasaba el día, los tres niños se cansaron. Alice les ofreció una bebida de su botella mágica y, sin pensarlo, Valeria bebió un trago. De repente, su voz también cambió. Ahora su voz sonaba como la de un pato, y los tres niños se rieron aún más.
Pero pronto, Alice notó que el sol se estaba poniendo y que era hora de irse a casa. Le devolvió la botella mágica a Valeria y le pidió que la cuidara bien.
Valeria se despidió de Alice y el Conejo Blanco y corrió de vuelta a su casa. A medida que se alejaba, su voz volvía a la normalidad. Se prometió a sí misma que tendría mucho cuidado con la botella mágica y que nunca la perdería.
Y así, Valeria volvió a casa esa noche con una gran sonrisa en su rostro y un corazón lleno de aventuras.

Capítulo 2: La búsqueda de la botella perdida
Valeria despertó temprano al día siguiente, emocionada por jugar con la botella mágica de Alice de nuevo. Corrió al jardín trasero para encontrarla, pero no estaba donde la había dejado la noche anterior.
"¿Dónde está mi botella mágica?" se preguntó Valeria, preocupada. Sabía que tenía que encontrarla antes de que alguien más la encontrara.
Valeria buscó en todo el jardín, debajo de las flores, en los arbustos y detrás de los árboles. Pero no había rastro de la botella mágica.
Finalmente, Valeria decidió buscar en el bosque donde había jugado con Alice. Pensó que tal vez se la había olvidado allí.
Valeria caminó por el bosque, llamando a la botella mágica. "¡Botella mágica, donde estás!" gritó. Pero no obtuvo respuesta.
De repente, Valeria escuchó un ruido extraño detrás de ella. Se dio vuelta y vio a un ratón gigante arrastrando algo detrás de él. ¡Era la botella mágica de Alice!
Valeria corrió hacia el ratón gigante, decidida a recuperar la botella mágica. Pero el ratón gigante era muy fuerte y no la dejaría tenerla fácilmente.
Valeria peleó con el ratón gigante, tratando de quitarle la botella mágica. Después de una larga lucha, Valeria finalmente logró arrebatarle la botella y corrió lejos de allí.
Sin embargo, al abrir la botella mágica, Valeria se dio cuenta de que algo había cambiado. La botella ya no tenía poder mágico. Era solo una botella vacía.
Valeria se sintió triste por un momento, pero luego recordó todos los buenos momentos que había tenido con Alice y el Conejo Blanco. Se dio cuenta de que la botella mágica no era importante, sino la aventura que había vivido con sus nuevos amigos.
Y así, Valeria volvió a casa con una gran sonrisa en su rostro, sabiendo que había vivido una de las mejores aventuras de su vida y que siempre tendría nuevos amigos que la acompañarían en muchas más.
A su llegada a casa, Valeria se encontró con Alice y el Conejo Blanco, quienes la estaban esperando en el jardín. Al verla corrieron hacia ella y le preguntaron emocionados:

-¿Encontraste la botella mágica? ¡Qué alegría!
Valeria sonrió y les contó la historia de su aventura con el ratón gigante, su lucha por recuperar la botella mágica y cómo había descubierto que la verdadera magia estaba en la amistad y la unión.
Alice y el Conejo Blanco abrazaron a Valeria y le agradecieron por haber recuperado su botella mágica, aunque ahora sabían que no era necesaria para su amistad.
Los tres amigos pasaron el resto del día jugando y riendo, recordando las divertidas experiencias que habían vivido juntos. Y así, la historia de Valeria, Alice y el Conejo Blanco terminó con una gran amistad y un feliz final para todos. Desde ese día, Valeria supo que la verdadera magia estaba en las aventuras que podía vivir junto a sus amigos y que nunca más necesitaría una botella mágica para ser feliz.