Historia para Sara

En un reino mágico cubierto por un eterno manto de nieve, perenne como el invierno, vivía una pequeña hada de tan solo nueve años llamada Sara. Su hogar era un encantador castillo de cristal morado que brillaba al reflejar la luz de la luna. Sara era una princesa, pero no una cualquiera, ella era además protectora de todos los animales del reino. Y no estaba sola, su fiel mascota, una ardilla llamada Pedro, siempre estaba a su lado.

Sara tenía un corazón tan grande como el mundo y amaba a todos sus pequeños súbditos con ternura y valentía. Pero en el horizonte, se cernía una sombra sobre su felicidad. A pesar de su corta edad, sus padres habían concertado su matrimonio con un príncipe del reino vecino, a quien ella no amaba.

Sara estaba preocupada. Sus ojos azules, que solían reflejar la alegría, ahora estaban nublados por el miedo y la tristeza. A ella le gustaba su libertad, jugar con Pedro y cuidar a los animales. No quería ser la esposa de un príncipe que no conocía.

"¿Por qué no puedo elegir mi propio destino?" - preguntó Sara una tarde de invierno a Pedro, mientras ambos observaban el cielo estrellado. Pedro se acurrucó a su lado, no podía hablar, pero siempre estaba allí para ella.

Un día, decepcionada y triste, decidió huir de casa. Sin embargo, en su aventura se encontró con un anciano sabio que le dijo: "Sara, la vida no siempre nos da lo que queremos. A veces, debemos enfrentar lo que nos asusta para descubrir quiénes somos".

Sara meditó mucho sobre las palabras del sabio. Finalmente, decidió volver a casa y enfrentarse a su destino. Sin embargo, cuando llegó, descubrió que el príncipe ya había llegado y estaba desolado porque no encontraba a su futura esposa.

Contrariamente a lo que esperaba, el príncipe no era malo. De hecho, le encantaban los animales tanto como a ella y también se sentía un poco atrapado con el matrimonio arreglado. Juntos, decidieron convertir su miedo en fuerza e ir en contra de las tradiciones del reino.

Aprovechando la ocasión, Sara y el príncipe mostraron a todos en el reino que el amor no puede ser forzado. La noticia fue un choque para todos, pero finalmente la comprensión y el apoyo llenaron los corazones de todos.

Finalmente, Sara y el príncipe se quedaron en el reino, pero no como pareja, sino como amigos. Ambos aprendieron una gran lección, que no siempre puedes conseguir lo que quieres, pero si te enfrentas a tus miedos, puedes encontrar una nueva forma de felicidad.

Sara continuó viviendo su vida, jugando con Pedro, protegiendo a los animales, y ahora, con un nuevo amigo a su lado. Y aunque no todo salió como ella esperaba, al final encontró su propio camino hacia la felicidad. Y eso fue más que suficiente para nuestra pequeña Sara.