Historia para Samuel & Oso

Título: La aventura en la cascada mágica

Capítulo 1: El comienzo del viaje

Samuel y Oso estaban aburridos en casa. Era un día soleado y no tenían nada que hacer. De repente, escucharon un ruido en su ventana. Al mirar, se sorprendieron al ver a Dorothy, quien había llegado de Oz.
Los niños estaban muy emocionados de verla, porque habían escuchado muchas historias sobre la Tierra de Oz y sus aventuras. Dorothy sonrió y les preguntó si querían ir con ella a ver algo maravilloso.
Samuel y Oso asintieron emocionados, sin saber a dónde iban a ir. Dorothy les contó que iban a ir en un viaje a una cascada mágica llena de aguas curativas y coloridas. Samuel y Oso estaban emocionados, por lo que se pusieron sus chaquetas y salieron corriendo con Dorothy, lista para comenzar su aventura.
Después de caminar durante unos minutos, Dorothy les contó sobre su propia aventura en Oz y cómo conoció al Hombre de Hojalata, el León Cobarde y el Espantapájaros. Samuel y Oso escucharon con asombro, inspirados por las increíbles hazañas y amistades de Dorothy.
Finalmente, llegaron a la cascada mágica. Era hermosa, con agua brillante y cristalina, que fluía por las rocas y caía en un estanque cercano. Dorothy les explicó que el agua tenía propiedades curativas que podían hacer que cualquier persona se sintiera mejor.
Los niños estaban emocionados y corrieron hacia la cascada para ver las aguas curativas con sus propios ojos. Dorothy sonrió, sabiendo que iban a tener una aventura que nunca olvidarían.

Capítulo 2: El desafío en el camino

Mientras los niños se maravillaban con la cascada mágica, Dorothy les recordó que no podían entrar al agua sin un guía especializado. Debían encontrar a un hada amiga suya que les ayudaría a entrar de manera segura al agua curativa.
Samuel y Oso estaban emocionados de conocer a esta amiga del hada de Dorothy, así que empezaron su búsqueda. Pero no fue fácil. Caminaron por un estrecho sendero entre los árboles y las rocas, escuchando el sonido del agua que caía. De repente, oyeron un ruido extraño en la distancia.

"¿Qué es eso?", susurró Oso, asustado.

Samuel se asomó por un arbusto y vio una figura oscura moviéndose en la sombra. Le pareció que el misterioso animal estaba siguiéndolos. Samuel y Oso se sintieron preocupados y asustados, porque nunca habían visto una criatura así antes.
Dorothy los tranquilizó y les dijo que todo estaría bien, pero que tenían que ser cuidadosos. Así que, con cautela, continuaron su camino. De repente, apareció una hermosa hada llamada Azul, quien voló hacia ellos con sus alas brillantes y un vestido azul brillante.
"¡Hola, Dorothy! ¿Quiénes son estos dos pequeños?", preguntó Azul, mirando a Samuel y Oso con una sonrisa amigable.
Dorothy les presentó a su nueva amiga, quien les explicó que debían hacer una prueba antes de poder entrar al agua curativa. Los niños se sorprendieron, pero estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para entrar a la cascada.
Con una varita mágica, Azul les pidió a los niños que saltaran por encima de las rocas, esquivando las hojas que se movían alrededor de ellos. Samuel y Oso estaban nerviosos, pero con la ayuda de Dorothy, lograron completar la prueba con éxito.
"¡Lo hicieron! ¡Son los niños más valientes que he visto en mucho tiempo!" exclamó Azul, emocionada.
Samuel y Oso se sintieron muy orgullosos y felices de haber superado el desafío. Ahora, emocionados, estaban listos para entrar al agua curativa de la cascada mágica y experimentar sus increíbles propiedades curativas.
Azul los condujo a través de un camino oculto detrás de las rocas y les pidió que se sumergieran en una pequeña piscina debajo de la cascada. Les advirtió que no bebieran el agua, que solo se sumergieran y se permitieran sentir su poder curativo.
Samuel y Oso se sumergieron en el agua y sintieron una sensación de frescura y alivio en sus cuerpos. Se sentían sanos, felices y llenos de energía.
Dorothy, que estaba mirando desde la orilla, los llamó y les dijo que era hora de regresar a casa. Samuel y Oso se sintieron un poco tristes por tener que irse, pero sabían que siempre podrían volver y visitar a Azul y la cascada mágica.
Cuando regresaron a casa, Samuel se dio cuenta de que su miedo había desaparecido. Ya no temía lo desconocido, ahora se sentía más valiente y listo para enfrentar cualquier desafío.
Oso, por otro lado, estaba más feliz y lleno de energía que nunca antes. Saltaba y corría por todas partes, disfrutando de su nueva vitalidad.
Dorothy sonrió mientras veía a los niños jugar, sabiendo que habían aprendido mucho en su aventura mágica. Se sintió agradecida por haber compartido esa experiencia con ellos y por haberlos ayudado a crecer y aprender.
Y así, los niños vivieron felices para siempre, con el recuerdo de la cascada mágica y sus aguas curativas en sus corazones por siempre.

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