Historia para Elizabeth & Natalia
Título: La Gran Aventura en el Laberinto de Setos

Capítulo 1: El Extraño Té del Sombrerero Loco
Elizabeth y Natalia estaban jugando en el jardín cuando vieron a un hombre muy extraño caminando hacia ellas. Tenía un sombrero alto y brillante, y llevaba un gran reloj de bolsillo en su chaleco.
"¡Hola, jovencitas! Soy el Sombrerero Loco, ¿les gustaría tomar una taza de té?", dijo el hombre con una gran sonrisa en su rostro.
Las niñas estaban un poco sorprendidas, pero decidieron aceptar su amable oferta y lo siguieron a través de un pasadizo secreto en el jardín. Allí, encontraron un enorme jardín lleno de setos altos y frondosos que parecían un laberinto.
"¡Estamos buscando el camino hacia el centro del laberinto!", dijo el Sombrerero Loco emocionado, "y necesitamos su ayuda. Pero ten cuidado, hay muchas sorpresas peligrosas en el camino".
Las niñas estaban un poco asustadas, pero también emocionadas ante la perspectiva de una gran aventura. Así que, tomaron una taza de té con el Sombrerero Loco y el Lirón, que también estaba allí.
Después de un rato, las niñas se levantaron y comenzaron a caminar por el laberinto. Pero no pasó mucho tiempo antes de que se encontraran con un callejón sin salida. Y cuando intentaron regresar, se dieron cuenta de que se habían perdido.

"¡Oh no, estamos atrapadas!", exclamó Elizabeth con voz temblorosa.
"¡No te preocupes, chicas!", dijo el Sombrerero Loco, "juntos encontraremos el camino".
Así comenzó la gran aventura en el laberinto de setos, llena de sorpresas y peligros. Las niñas y sus nuevos amigos tendrán que trabajar juntos para encontrar el camino hacia el centro del laberinto. ¿Lograrán completar esta peligrosa misión?

Capítulo 2: Los Traviesos Conejos del Laberinto
Las niñas y sus amigos caminaron por el laberinto confundidos, sin encontrar el camino correcto hacia el centro. Pero en la distancia vieron algo extraño: un grupo de conejos blancos corriendo con premura de un lado a otro.
"¡Miren allí!", dijo Natalia señalando hacia los conejos.

"¡Son los traviesos conejos del laberinto!", exclamó el Sombrerero Loco.
Las niñas y sus amigos se acercaron cautelosamente y escucharon a los conejos susurrando.
"¡Esas niñas no deberían estar aquí! ¡Son un peligro para nuestros planes!", dijo uno de los conejos con voz nerviosa.

"¿Qué planes?", preguntó Elizabeth curiosamente.
"Estamos planificando una gran celebración de té con todos nuestros amigos del bosque, pero necesitamos el té más delicioso para sorprenderlos", respondió otro de los conejos.
"¡Lo tengo! ¡Podemos ayudarlos a encontrar el té más delicioso, y ustedes nos ayudan a encontrar el camino hacia el centro del laberinto!", sugirió Natalia emocionada.
Los conejos miraron a las niñas con desconfianza, pero después de un momento de reflexión decidieron aceptar la oferta.
Así, las niñas y sus amigos comenzaron a buscar el té más delicioso. Encontraron arbustos de té de frutos rojos, de limón y de menta, pero ninguno parecía lo suficientemente bueno para la celebración de té.
Fue entonces cuando un gnomo mágico apareció ante ellos. "¡Hola, amigos! Escuché que necesitaban ayuda para encontrar el té más delicioso. Yo los puedo ayudar".
El gnomo mágico llevó a las niñas y sus amigos a una pequeña colina donde había un arbusto de té muy diferente de los demás.
"Este es el té más delicioso del mundo, pero es difícil de encontrar porque solo crece aquí en el laberinto", dijo el gnomo mágico.
Los conejos y las niñas tomaron muestras del té y sintieron una explosión de sabores en sus bocas. Estaba delicioso.
"¡Gracias, gnomo mágico! Ahora ayudanos a encontrar el camino hacia el centro del laberinto", suplicó el Sombrerero Loco.
El gnomo mágico dibujó un mapa en su bolsillo en el que se veía claramente el camino hacia el centro del laberinto, indicando que el camino estaba en la dirección opuesta a la que estaban y que deberían moverse en la otra dirección.
Las niñas y sus amigos se despidieron de los conejos y siguieron el mapa del gnomo mágico. Pero pronto descubrieron un giro inesperado en su aventura en el laberinto...
Mientras caminaban por el camino que les indicó el gnomo mágico, escucharon un fuerte rugido. Cuando llegaron a una esquina del laberinto, se encontraron con un enorme dragón durmiendo en medio del camino.
"Oh no, ¿cómo vamos a pasar por ahí?", preguntó Elizabeth preocupada.
El Sombrerero Loco se acercó al dragón y le susurró al oído. Para sorpresa de todos, el dragón abrió un ojo y dejó que las niñas y sus amigos lo acariciaran.
"¡Es muy suave!", exclamó Natalia emocionada.
Pero de repente, el dragón despertó y se puso en pie, levantando sus alas gigantes.
"¡No te preocupes, déjame ayudarte!", dijo el Sombrerero Loco, ofreciéndole su sombrero como distracción mientras el dragón jugaba con él.
Las niñas y sus amigos aprovecharon la oportunidad para correr y pasar por detrás del dragón. El dragón, distraído con el sombrero del Sombrerero Loco, ni siquiera notó que se habían ido.
Cuando llegaron al centro del laberinto, las niñas y sus amigos se encontraron con una mesa de té enorme con pasteles y galletitas. Los conejos y sus amigos del bosque estaban allí, esperándolos con las tazas de té en alto.
"¡Bienvenidos! ¡Gracias por traernos el té más delicioso del mundo!", dijo uno de los conejos.
Las niñas y sus amigos se sentaron a la mesa y disfrutaron de la celebración de té más grande y deliciosa que habían visto jamás. Se divirtieron y rieron con los conejos y los amigos del bosque, y nunca olvidarían su aventura en el laberinto.
Cuando acabó la fiesta, el gnomo mágico se acercó a las niñas y les preguntó si querían volver a casa. Las niñas dijeron que sí, y el gnomo mágico sacó una puerta mágica de su bolsillo.
"Esta es la puerta que te llevará de vuelta a tu casa. Espero que hayas disfrutado de tu aventura en el laberinto", dijo el gnomo mágico.
Las niñas y sus amigos se despidieron de todos y cruzaron la puerta mágica. Cuando abrieron los ojos, se encontraron en el jardín trasero de la casa de Elizabeth.
"¡Fue una aventura increíble! ¡Gracias, Sombrerero Loco, conejos y amigos del bosque, y gnomo mágico!", dijeron las niñas felices.
Y así, Elizabeth y Natalia se durmieron con una sonrisa en sus rostros, soñando con las aventuras que les depararía el día siguiente.