Historia para Mau

Mau era un niño curioso y aventurero que disfrutaba explorando el mundo que lo rodeaba. Un día, mientras jugaba en el jardín trasero de su casa, vio algo extraño en el bosque cercano. Parecía un gato, pero no un gato común y corriente. Tenía una sonrisa enorme y brillantes ojos amarillos que lo miraban fijamente. Mau se acercó lentamente, cauteloso pero intrigado.

Mau había oído hablar del Gato Cheshire antes, en una historia que su hermana Liana le había leído. Pero nunca había pensado que podría encontrarse con él en la vida real.

"Estoy organizando una competencia de poesía", dijo el Gato Cheshire con una risita. "Y estoy buscando a participantes".

"Es cuando la gente recita poemas divertidos y el público decide quién es el mejor", explicó el gato.

Mau se sintió emocionado. Él amaba la poesía, y se preguntó si podría participar en la competencia.

"Por supuesto que puedes", dijo el Gato Cheshire, aún sonriendo de oreja a oreja. "Pero tendrás que competir contra algunos personajes interesantes, como la Tortuga Falsa y el Grifo".

Mau no estaba seguro de quiénes eran esos personajes, pero estaba emocionado de tener la oportunidad de conocerlos.

El Gato Cheshire condujo a Mau por el bosque, saltando de árbol en árbol. Mau se rió y se agarró fuerte, disfrutando de la aventura.

Finalmente, llegaron a una casa extraña, con paredes que cambiaban de color y ventanas que se movían por sí solas. Mau se sintió un poco nervioso, pero el Gato Cheshire lo tranquilizó.

"¡Bienvenido a mi casa!", dijo el Gato Cheshire. "Prepárate para la competencia de poesía más divertida que hayas visto".

Después de que el Gato de Cheshire desafió a la Tortuga Falsa y al Grifo a un concurso de poesía, los tres amigos comenzaron a prepararse para el gran evento. Mau y su hermana Liana se emocionaron mucho cuando se enteraron del concurso, y decidieron acompañar al Gato de Cheshire, la Tortuga Falsa y el Grifo en su viaje al lugar de la competencia.

A medida que avanzaban por el bosque de la maravilla, se encontraron con varios desafíos inesperados. Primero, se toparon con una laguna llena de lodo espeso y pegajoso que les impedía avanzar. La Tortuga Falsa sugirió que se metieran en el agua y nadaran, pero el Gato de Cheshire se negó de inmediato. Luego, el Grifo tuvo una idea brillante y decidió usar sus alas para hacer un túnel sobre la laguna, lo que permitió que el grupo pasara sin ensuciarse.

Sin embargo, más adelante en el camino, se encontraron con un gran agujero en el suelo que bloqueaba su camino. El Gato de Cheshire sugirió que saltaran sobre el agujero, pero Mau tenía miedo de hacerlo. Liana trató de animarlo, diciéndole que ella saltaría primero y que lo atraparía del otro lado. Con el aliento de su hermana, Mau saltó y, para su sorpresa, encontró que sus pies se habían convertido en alas y podía volar.

Mientras el grupo se recuperaba de su asombro, se toparon con un giro inesperado. Un jabalí gigante apareció y comenzó a atacarlos. Mau, todavía volando con sus alas recién descubiertas, logró distraer al jabalí, mientras que la Tortuga Falsa y el Grifo lo atacaron por detrás. El jabalí huyó finalmente y el grupo continuó su camino.

Finalmente, cuando llegaron al lugar de la competencia, descubrieron que el desafío real no era el concurso de poesía en sí mismo, sino la capacidad de trabajar juntos como amigos y superar los desafíos del camino. Con sus habilidades combinadas y su amistad fortalecida, el Gato de Cheshire, la Tortuga Falsa, el Grifo, Mau y su hermana Liana ganaron el concurso de poesía y se fueron a casa con la satisfacción de haber hecho nuevos amigos y superado los desafíos juntos.

Después de la competencia, el grupo estaba felicitándose entre sí mientras los organizadores les entregaban una gran cesta de premios. Mau y Liana estaban emocionados de llevar a casa un gran pastel, un ramo de flores y algunos juguetes divertidos.

El Gato de Cheshire, la Tortuga Falsa y el Grifo se despidieron de Mau y Liana, vaticinando que esta no sería la última aventura juntos. Mau se despidió de sus nuevos amigos, sintiendo tristeza de que se tuvieran que ir.

El camino de regreso fue mucho más fácil para el grupo, ya que habían aprendido a trabajar juntos y confiar el uno en el otro. Mau voló sobre la laguna, se sumergió en el agujero y ayudó a guiar al grupo a través del camino más fácil.

Finalmente, cuando llegaron a casa, la familia de Mau estaba emocionada de escuchar su historia. Mau se jactó de su valentía y de cómo había ayudado a sus amigos a superar todos los desafíos.

Esa noche, Mau se durmió con una sonrisa en el rostro, soñando con más aventuras en el maravilloso mundo de la maravilla, y con la certeza de que siempre tendría a sus amigos a su lado para apoyarlo en cualquier desafío que pudiera enfrentar.