Historia para Engel

**Título: Engel y el Coraje en Oz**
Era un día radiante en el mágico país de Oz. El sol brillaba con fuerza y las flores danzaban al ritmo del viento. En un pequeño claro del bosque encantado, un niño valiente de 4 años llamado Engel saltaba de alegría. Tenía el cabello castaño, suave como la seda, y unos ojos marrones que brillaban como estrellas. Engel soñaba con ser un superhéroe, volar por los cielos y ayudar a todos los que lo necesitaban.
—¡Mira, Loqui! —gritó Engel con entusiasmo—. ¡Hoy es el día perfecto para una aventura!
Loqui, su amigo especial, era un dinosaurio verde, grande y peludo, con unos ojos enormes que siempre parecían llenos de curiosidad. Cuando Engel lo miraba, Loqui sonreía, mostrando sus dientes amigables.
—¡Sí! —respondió Loqui, moviendo su cola de un lado a otro—. ¡Aventuras son lo que más me gusta!
Teo, un pequeño pájaro azul que siempre cantaba alegres melodías, voló alrededor de ellos como un rayo de luz.

—¡Canta, Teo! —le pidió Engel—. ¡Canta para que bailemos!
Teo, emocionado, comenzó a cantar una dulce canción sobre la amistad y la valentía, mientras Engel y Loqui se movían al ritmo, dando giros y saltos. Era un espectáculo divertido, lleno de risas y alegría. Pero de repente, mientras estaban inmersos en su danza, un suave rugido rompió la magia del momento.

—¿Qué fue eso? —preguntó Engel, mirando a su alrededor con mucha curiosidad.
—¡No lo sé! —dijo Loqui, su voz temblando un poco—. ¡Espero que no sea un dinosaurio feroz!
Con valentía, Engel avanzó hacia el sonido y, para su sorpresa, encontró a un león escondido detrás de un arbusto. Era el León Cobarde, con su melena dorada y una expresión llena de miedo.
—Hola, amigo —saludó Engel con una sonrisa—. No tienes que tener miedo. ¡Estamos aquí para ayudarte!
El León Cobarde, al ver la bondad en los ojos de Engel, salió lentamente de su escondite. Su voz temblaba un poco.
—Yo... yo soy el León Cobarde —dijo—. Y... y tengo un problema. Hay una criatura mágica que necesita ayuda para encontrar su coraje. Se llama Lila y vive en la colina de las nubes, pero... no sé cómo llegar allí.
Engel miró a Loqui y a Teo, y con una chispa de emoción en sus ojos, dijo:
—¡Nosotros te ayudaremos, León! ¡Vamos juntos!
El León Cobarde sintió un poquito de valor al escuchar a Engel.
—¿De verdad? —preguntó, asombrado.
—¡Claro! —exclamó Engel—. ¡Eres más fuerte de lo que piensas!
Así, los cuatro amigos se pusieron en marcha hacia la colina de las nubes. Mientras caminaban, encontraron un río rápido que corría como un torbellino.
—Oh, ¡eso parece peligroso! —dijo el León, asustado.
—No te preocupes, amigo —dijo Engel—. Podemos saltar sobre las piedras. ¡Mira!
Con un gran salto, Engel cruzó el río, Loqui lo siguió y hasta Teo voló sobre el agua. El León, respirando hondo, dio un paso adelante y saltó también, aunque le costó un poco.
—¡Lo lograste! —gritó Engel, aplaudiendo.
—¡Tal vez no soy tan cobarde después de todo! —dijo el León con una sonrisa tímida, sintiendo que el coraje empezaba a florecer en su corazón.
Continuaron su camino, y pronto se encontraron con un árbol que hablaba. El árbol tenía un rostro amable y grandes ramas que se movían suavemente.
—¡Hola, pequeños aventureros! —saludó el árbol—. ¿A dónde van con tanta prisa?
—¡Vamos a encontrar a Lila! —respondió Engel—. Necesita ayuda para encontrar su coraje.
El árbol, con una voz melodiosa, les dijo:
—Ah, Lila. Ella es muy especial, pero tiene miedo de salir de su burbuja mágica porque cree que no es lo suficientemente valiente. Para ayudarla, deben mostrarle que el coraje está dentro de todos nosotros.
—¡Lo haremos! —exclamó Engel, decidido.
Pero justo cuando estaban a punto de seguir adelante, un viento fuerte sopló y el cielo se oscureció un poco. Las nubes comenzaron a juntarse, y el árbol miró preocupado.
—Cuidado, pequeños. Algo extraño puede estar sucediendo.
Engel sintió un escalofrío pero, al mismo tiempo, una chispa de valentía.
—¡No dejaremos que nada nos detenga! —dijo con fuerza.
Así, continuaron su camino hacia la colina de las nubes, listos para enfrentar lo que fuera que se avecinara en su aventura. Engel, Loqui y Teo estaban determinados a ayudar a Lila y a descubrir el coraje que había en cada uno de ellos.
Pero mientras se acercaban a la colina, de repente, un gran sonido resonó en el aire, y un destello de luz hizo que todos se detuvieran en seco. Engel miró a sus amigos, asombrado.
—¿Qué fue eso? —preguntó, con una mezcla de emoción y miedo.
El León Cobarde se acercó a Engel, sintiendo que el miedo amenazaba a su nuevo amigo. Pero Engel, con una sonrisa valiente, miró al León y dijo:
—¡Vamos a averiguarlo juntos!
Y así, con una mezcla de asombro y determinación, continuaron su emocionante aventura hacia la colina de las nubes, donde Lila los estaba esperando… ¿Pero qué sorpresa les depararía el destino? ¡El coraje estaba a punto de ser puesto a prueba!
Mientras Engel, Loqui, Teo y el León Cobarde se acercaban a la colina de las nubes, el gran ruido que habían escuchado se convirtió en un eco suave y melodioso. Era como si la colina misma estuviera cantando. Los ojos de Engel brillaban de emoción.
—¡Escuchen eso! —dijo Engel con una gran sonrisa—. ¡Es música!
—¡Es música mágica! —exclamó Loqui, moviendo su cola de dinosaurio con entusiasmo—. ¡Debemos seguir el sonido!
El León Cobarde, aunque un poco temeroso, sintió que el coraje estaba creciendo dentro de él. Miró a Engel y dijo:
—Tienes razón, Engel. ¡Vamos a descubrirlo!
Así que, con pasos llenos de valentía, se acercaron a la cima. Al llegar, encontraron un hermoso paisaje. Había flores de todos los colores, y en el centro, una burbuja brillante donde estaba Lila, la mágica criatura que necesitaba su ayuda.
Lila se asomó un poco más allá de su burbuja, curiosa pero aún un poco temerosa. Su luz resplandecía, pero su cara mostraba duda.
—Hola, Lila —dijo Engel con su voz suave—. Vinimos a ayudarte. ¿Escuchas la música? Es hermosa, como tú.
—Pero tengo miedo de salir —respondió Lila con una voz temblorosa—. ¿Y si me da miedo lo que hay afuera?
Teo, que había estado posado en una rama cercana, voló hacia Lila y le cantó una suave melodía:
—No tengas miedo, pequeña amiga,
el mundo afuera es brillante y hermoso,
con amigos a tu lado,
tú también puedes ser valiente.
—¡Sí! —gritó Loqui—. ¡Nosotros estamos aquí! ¡Y siempre estaremos a tu lado, Lila!
El León Cobarde, sintiendo el apoyo de sus amigos, se acercó a Lila. Con su voz cálida, le dijo:
—He aprendido que ser valiente no significa no tener miedo. Significa que, a pesar del miedo, puedes intentarlo. ¡Mira a Engel! Él es pequeño, pero su corazón es gigante.
Engel sonrió y asintió. Luego miró a Lila y dijo:
—Podemos enfrentar esto juntos, Lila. Podemos bailar, cantar y jugar. ¡La vida es una gran aventura!
Con un profundo suspiro, Lila miró a sus amigos y, por primera vez, sintió que podría confiar en ellos. Se movió lentamente hacia la burbuja, que comenzó a brillar aún más. Engel, Loqui y Teo la alentaron, creando una melodía que hizo que el miedo se desvaneciera.