Historia para Mateo

Título: El Pequeño Dragón que soñaba con crecer

Capítulo 1: Un sueño grandioso

Mateo era un pequeño dragón de agua, el más joven de su familia. A pesar de su tamaño, tenía grandes sueños y anhelaba crecer fuerte y grande como sus hermanos mayores. Siempre los veía volar y jugar, pero él era demasiado pequeño como para unirse a ellos.
Un día, mientras observaba a su familia volar en el cielo, Mateo decidió que era hora de hacer algo al respecto. "No quiero ser pequeño y débil para siempre", pensó. "Tengo que hacer algo al respecto".
Así que, Mateo se acercó a su madre, Vero. "Mamá, ¿cómo puedo crecer más rápido y volar como mis hermanos?", preguntó.
Vero sonrió y le respondió: "Mateo, todos los dragones crecen y cambian a su propio ritmo. Pero si quieres volar más alto y crecer más rápido, debes trabajar duro y nunca rendirte. ¿Quieres intentarlo?"

Mateo asintió con la cabeza con determinación. "¡Lo intentaré, mamá!", exclamó.

Con su nueva determinación, Mateo comenzó a entrenar todos los días. Practicaba su vuelo, fortalecía sus alas y nadaba para aumentar su resistencia. A medida que avanzaba, su fuerza y ​​resistencia mejoraban, y podía notar la diferencia en su crecimiento.
Pero Mateo sabía que todavía tenía un largo camino por recorrer antes de alcanzar su objetivo. Así que, decidió viajar por el mundo y buscar aventuras, esperando encontrar algo que lo hiciera crecer aún más.
Con un fuerte batir de alas, Mateo se alejó volando hacia el horizonte, emocionado por lo que el mundo tenía para ofrecerle. ¿Qué aventuras lo esperarán en su camino hacia el crecimiento?

Capítulo 2: La Montaña Misteriosa

Mateo voló por los bosques y los ríos, nadó en lagos y atravesó montañas. Aunque había vivido toda su vida en su hogar en el valle, había mucho más en el mundo que nunca había visto.
Mientras volaba sobre una cadena montañosa alta, Mateo notó una cueva a lo lejos. La cueva parecía extrañamente misteriosa, y el dragónito decidió que tenía que investigarla.
A medida que se acercaba, Mateo notó que la cueva estaba en lo alto de una montaña peligrosamente empinada. "¡Esto será difícil!", pensó. Pero su determinación lo empujó a continuar.
Mateo aleteó con todas sus fuerzas y comenzó a subir la peligrosa montaña. A medida que subía, la montaña se volvía más difícil de escalar y la cueva parecía estar cada vez más lejos.
Finalmente, después de horas de vuelo agotador, alcanzó la cueva. Pero al entrar, se dio cuenta de que no estaba solo.
"¡Hola!", dijo una voz que lo asustó. Era un murciélago gigante, que estaba allí dentro y que lo estaba mirando fijamente.
"¿Qué estás haciendo aquí?", preguntó el murciélago gigante con una sonrisa malvada.

"Sólo estoy explorando", respondió Mateo, tratando de mantener la calma.

"¿Explorando qué?", dijo el murciélago gigante, acercándose peligrosamente a Mateo.

"La cueva, ¿qué más?", respondió nerviosamente Mateo.

"Bueno, esto no te pertenece, pequeño dragón. Esta cueva es mía y de mi familia de murciélagos", dijo el murciélago gigante, mostrando sus grandes colmillos.
Mateo estaba asustado y sabía que tendría que luchar para protegerse. Con un rápido movimiento, desplegó sus alas y se dirigió hacia el murciélago gigante.
Pero justo cuando estaba a punto de atacar, se dio cuenta de que no quería lastimar al murciélago. Decidió que la violencia no era la respuesta y que tenía que encontrar una manera de resolver esto pacíficamente.
"Lo siento mucho", dijo Mateo, retrocediendo sus alas y mostrando al murciélago gigante que no había intención de atacar.
El murciélago gigante pareció sorprendido. "¿De qué estás hablando, dragón? ¿Por qué no me atacas?"
"Porque ser amable es la respuesta correcta", dijo Mateo, desplegando sus alas y preparándose para partir.
El murciélago gigante se quedó en silencio por un momento, y luego sonrió. "Eres un dragón sabio, Mateo", dijo. "Perdona mi agresión, y deja que te muestre una forma más fácil de regresar a tu valle".
Juntos, Mateo y el murciélago gigante volaron por entre los truculentos picos de las montañas. Y aunque no habían encontrado un tesoro en la cueva, habían encontrado un nuevo amigo.
Mateo se sintió más sabio y más fuerte después de su aventura en la montaña. Y aunque todavía era pequeño, sabía que podía alcanzar su objetivo si trabajaba duro y seguía siendo amable con los demás.
Después de ese día, Mateo trabajó aún más duro en su entrenamiento. Decidió que, aunque era pequeño, podía ser muy fuerte si trabajaba duro y seguía siendo amable con los demás.
Pasaron los días y los meses, y Mateo comenzó a crecer más fuerte y más grande. Sus hermanos y hermanas lo respetaban más, y su familia estaba orgullosa de él.
Pero lo más importante es que Mateo se había dado cuenta de que la amabilidad era la clave para alcanzar sus sueños. Siempre había tratado a los demás con amabilidad y respeto, y ahora sus acciones estaban siendo recompensadas.
Un día, Mateo volaba sobre el valle cuando oyó un fuerte grito. Era su amigo el murciélago gigante, que estaba en peligro. Mateo no lo pensó dos veces y voló hacia donde estaba su amigo. Con su fuerza recién adquirida, logró salvar al murciélago gigante de una trampa mortal.
Después de ese día, la amistad de Mateo y el murciélago gigante se hizo aún más fuerte. Juntos, volaron por todo el valle, ayudando a otros animales necesitados y siendo amables con todo el mundo.
Finalmente, el día de la gran carrera llegó. Mateo estaba emocionado, pero también un poco nervioso. Sabía que sus hermanos y hermanas eran más grandes y fuertes que él, pero estaba decidido a hacer lo mejor que pudiera.
La carrera comenzó y Mateo se fue volando. Para su sorpresa, estaba en tercer lugar y se acercaba peligrosamente al segundo lugar. Justo cuando estaba a punto de rebasar al segundo lugar, se detuvo. Había visto que un conejito estaba atrapado en un arbusto, y sabía que tenía que ayudarlo.
Corrió hacia el arbusto y rápidamente liberó al conejito. Después de eso, volvió a la carrera, pero ya no estaba en tercer lugar. A pesar de que había perdido la carrera, Mateo sabía que había hecho lo correcto y se sintió orgulloso de sí mismo.
Sus hermanos y hermanas se acercaron a él después de la carrera. "Mateo, has demostrado ser el dragón más fuerte de todos nosotros", dijeron, "porque eres el más amable".
Mateo sonrió y se sintió feliz de haber encontrado la clave para alcanzar sus sueños. Sabía que nunca tendría que sacrificar su amabilidad para ser fuerte. Y así, voló hacia el cielo, sabiendo que siempre podría ser pequeño pero fuerte, porque era amable.

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