Historia para Anjhely

Anjhely era una niña curiosa que pasaba gran parte de su tiempo explorando la selva. Había oído hablar de Mowgli, el niño criado por lobos, y siempre había querido conocerlo. Un día, mientras caminaba por el río, vio algo que llamó su atención. ¡Eran unos peces que saltaban en el agua! La niña se acercó al borde del río y se asomó para ver mejor.

Anjhely se sorprendió por la respuesta de los peces, no sabía que los animales en la selva podían hablar. Pero rápidamente recuperó el aliento y aceptó la invitación.

¡Fue una experiencia increíble! Anjhely aprendió a jugar con los peces, saltando y chapoteando. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no podía seguirlos, ya que ellos podían nadar en el agua y ella no. La niña se sintió frustrada.

-Es genial jugar con vosotros, pero me gustaría poder nadar como vosotros -dijo Anjhely.

Las nutrias eran conocidas por ser las mejores nadadoras de la selva. Los peces nadaron rápidamente hacia un grupo de estas criaturas y le contaron a Anjhely su problema. Las nutrias se ofrecieron a ayudar y llevaron a la niña a una zona segura del río.

-Mowgli conoce a las nutrias, él las ayudó cuando eran pequeñas -dijo una de ellas.

Anjhely sintió curiosidad por Mowgli y preguntó más sobre él. Las nutrias le contaron la historia del niño lobo y cómo vivía en la selva. Anjhely estaba fascinada y decidió buscar a Mowgli para conocerlo.

La niña y las nutrias encontraron a Mowgli en el claro de la selva, y las nutrias le contaron a Mowgli sobre el problema de Anjhely.

-Mowgli, ¿puedes ayudar a Anjhely a aprender a nadar? -preguntó una de las nutrias.

Mowgli, que había aprendido a nadar de las nutrias, sonrió y aceptó ayudar a Anjhely. Durante varias semanas, Mowgli enseñó a Anjhely cómo nadar y a sentirse cómoda en el agua. Anjhely estaba tan agradecida por la ayuda que decidió enseñar a Mowgli todo lo que sabía sobre los animales de la selva.

Juntos, Anjhely y Mowgli aprendieron mucho el uno del otro. Y gracias a los amigables peces y nutrias, Anjhely aprendió a nadar y a explorar el río con Mowgli.

Después de varias semanas de entrenamiento, Anjhely se convirtió en una nadadora experta. Ahora podía deslizarse con facilidad por el río, y a menudo se detenía a saludar a los peces y las nutrias que había conocido.

Un día, mientras nadaba por el río, Anjhely encontró algo brillante en el fondo. Al acercarse, se dio cuenta de que era un collar de piedras preciosas.

De repente, un ruido la asustó. Un grupo de monos se acercaba. Anjhely sabía que los monos eran traviesos y le gustaba hacer travesuras. Así que decidió esconder el collar en un lugar seguro para poder regresar por él más tarde.

Sin embargo, cuando regresó por el collar, se dio cuenta de que había desaparecido. Anjhely estaba desesperada, su tesoro había desaparecido. Había pasado tanto tiempo buscándolo que no se había dado cuenta de que se había hecho tarde, y ahora estaba oscureciendo. Anjhely sabía que tenía que regresar a casa, pero no podía dejar de pensar en la pérdida de su tesoro.

Mientras caminaba por la selva, Anjhely se dio cuenta de que alguien la estaba siguiendo. Se detuvo en seco y comenzó a mirar a su alrededor. De repente, apareció Mowgli.

-Sí, estoy bien, pero perdí mi tesoro -respondió Anjhely con tristeza en su voz.

Mowgli, que era un experto en la selva, sabía que los monos eran conocidos por robar cosas brillantes. Así que decidió ayudar a Anjhely a buscar su tesoro.

Juntos, siguieron las huellas de los monos hasta encontrar su escondite. Los monos habían construido una pequeña fortaleza en lo alto de los árboles y habían llenado su hogar con objetos brillantes.

Anjhely estaba fascinada con la fortaleza de los monos. Era como un castillo en la selva. Pero Mowgli sabía que tenían que recuperar el collar de Anjhely. Entonces, comenzaron a idear un plan.

Mowgli escaló el árbol más alto y logró llegar al hogar de los monos. Una vez allí, comenzó a hacer ruido para distraerlos. Mientras tanto, Anjhely escaló silenciosamente el árbol y recuperó el collar. Juntos, corrieron para escapar de los monos y regresaron al hogar de Anjhely.

Anjhely estaba emocionada de haber recuperado su tesoro y agradeció a Mowgli por su valentía y astucia. A partir de ese día, Anjhely y Mowgli se convirtieron en grandes amigos y juntos vivieron muchas aventuras más en la selva.

Después de eso, Anjhely aprendió que los verdaderos tesoros no tienen que ser de piedras preciosas, sino que pueden ser sus amigos, como Mowgli, y la vida salvaje que la rodeaba. Aprendió a valorar las pequeñas cosas y a nunca subestimar la ayuda de los demás.

Con el tiempo, Anjhely se convirtió en una experta en la selva, y se unió a la manada de lobos de Mowgli. Juntos, exploraron la selva y aprendieron muchas cosas nuevas.

Un día, cuando Anjhely estaba nadando en el río, se encontró con las mismas nutrias que la habían ayudado a aprender a nadar. Las nutrias se acercaron y la saludaron. Anjhely estaba emocionada de verlas de nuevo, y le dijo que sin su ayuda no habría sido capaz de nadar tan bien como lo hacía ahora.

-No hay necesidad de agradecernos, Anjhely. Sólo hicimos lo que cualquier amigo haría - y con eso, se sumergieron en el agua y se alejaron.

Anjhely se sintió abrumada con la gratitud hacia sus amigos, y se prometió a sí misma que siempre sería leal a ellos y los defendería en momentos difíciles.

Desde ese día en adelante, Anjhely y Mowgli vivieron felices en la selva, explorando, aprendiendo y protegiendo a los amigos que habían hecho a lo largo del camino. Para siempre recordarían la aventura en la que se unieron para buscar y recuperar el tesoro perdido.