Historia para Alex

### Título: **Alex y la Máquina del Tiempo Climático**

**Capítulo 1: El Sueño de Alex**

Era un día brillante en el pueblo de Arcoíris, donde el sol brillaba como una gran naranja en el cielo. En una pequeña casita de colores, vivía un unicornio llamado Alex. Tenía un cuerno resplandeciente y una melena de colores que parecía hecha de caramelos. Alex era un mecánico especial; él podía arreglar cualquier cosa, desde coches de juguete hasta grandes camiones.
Un día, mientras Alex jugaba con su pelota de colores en el jardín, miró hacia el cielo. Las nubes eran escasas, y el sol parecía triste.

—Oh, ¡qué día tan seco! —susurró Alex, mirando el suelo polvoriento.

Su amigo, un pequeño conejo llamado Tico, saltó cerca de él y movió sus orejas en señal de preocupación.

—¿Por qué el cielo no llora? —preguntó Tico, con sus ojitos brillantes.

—Me gustaría que pudiera llover —dijo Alex, jugando con su pelota—. Si tan solo pudiera inventar algo que controle el clima.
—¿Controlar el clima? ¡Eso suena increíble! —exclamó Tico, sus orejas moviéndose con emoción. —Podrías hacer que llueva y que el pueblo sea feliz de nuevo.
Alex sonrió. Su corazón latía rápido como un motor de carrera. Se levantó y miró hacia el taller donde guardaba todas sus herramientas. Había chispa en sus ojos de colores.
—Voy a construir una máquina que haga llover —declaró con determinación—. ¡Vamos, Tico! Necesitamos recoger algunas cosas.
Tico saltó de alegría, y juntos corrieron hacia el taller. Dentro, había tuercas, tornillos y un montón de piezas brillantes. Alex comenzó a pensar en los materiales que podría usar.
—Podemos usar este engranaje —dijo Alex, señalando una rueda reluciente—, y tal vez esta manguera larga.
—¡Sí! Y necesitamos algo para hacer que el agua salga —añadió Tico, buscando entre las herramientas.
—Así es —respondió Alex, moviendo su cola de unicornio—. ¡Vamos a hacer que Arcoíris vuelva a florecer!
Con cada pieza que recolectaban, el corazón de Alex latía más rápido. Ambos sabían que tenían que ser amables y ayudar a otros en su camino. La lluvia no solo llena la tierra; también trae sonrisas.

Mientras trabajaban, Alex le dijo a Tico:

—No importa cuánto tiempo nos lleve, mientras lo hagamos juntos, será un gran proyecto.
—Sí, amigo —respondió Tico—. Y después de que llueva, podemos jugar en los charcos.
Las risas de los dos amigos resonaban en el taller, llenando el aire de esperanza. Alex miró su colección de piezas y sonrió. Sabía que tenían un largo camino por recorrer, pero por primera vez en mucho tiempo, creía que todo iba a estar bien.

¡El sol seguía brillando, pero Alex ya tenía un plan maravilloso!

**Fin del capítulo 1**

### Capítulo 2: El Desafío de las Nubes Traviesas

Con el corazón lleno de emoción, Alex y Tico trabajaron en su increíble máquina. Cada día, desde que el sol salía hasta que las estrellas aparecían en el cielo, los dos amigos estaban en el taller, llenos de risas y de ideas brillantes. Taladros, martillos y ruedas relucientes danzaban por el aire mientras Alex y Tico construían la “Máquina del Tiempo Climático”.
Una tarde, mientras se afanaban en un engranaje, un suave viento arrastró una nube oscura hacia el pueblo de Arcoíris. La nube parecía… ¡traviesa!

—¡Mira, Tico! —gritó Alex, señalando el cielo—. Esa nube se está acercando.

Pero en lugar de lluvia, la nube giraba y danzaba, como si estuviera jugando un juego. Cuando se acercó al taller, comenzó a hacer ruido, ¡un ruido que pareció un susurro travieso!

—¿Qué quiere? —preguntó Tico, con su nariz temblando de curiosidad.

—Tal vez quiere jugar —dijo Alex, pensativo—. Pero, ¿cómo podemos convencerla para que nos ayude a traer lluvia?

De repente, una idea brilló en la mente de Alex.

—¡Vamos a hablarle! —exclamó, con su cola moviéndose de entusiasmo.

Ambos amigos salieron del taller y miraron hacia la nube traviesa. Alex alzó su voz:
—¡Hola, nube! Somos Alex y Tico, y estamos construyendo una máquina para hacer llover en Arcoíris. ¿Te gustaría ayudarnos?

La nube bajó un poco, bajando su oscuridad para escuchar.

—Hmm... —susurró la nube con una voz suave—. ¿Por qué debería ayudarles?

Tico se acercó, moviendo sus orejas.

—Porque, señora Nube, si llueve, ¡todos en el pueblo estarán felices! Además, después de la lluvia, ¡podremos jugar en los charcos!

La nube hizo una pausa, pensando. Luego, dijo:

—Está bien, pero hay un desafío. Para que llueva, deben demostrar amabilidad. Necesitan encontrar un objeto brillante que simbolice la bondad y el amor. Si logran hacerlo, entonces yo traeré la lluvia.

Alex miró a Tico con determinación.

—¡A la aventura! —dijo.

Los dos amigos se adentraron en el bosque, donde los árboles susurraban historias y las flores cantaban dulces melodías. Mientras caminaban, encontraron muchas cosas: piedras brillantes, hojas relucientes y hasta un pequeño arcoíris sobre un charco. Pero nada parecía lo suficientemente brillante para representar la amabilidad que buscaban.
—¿Qué tal esa estrella brillante en el cielo? —sugirió Tico, mirando hacia arriba.

—¡Eso sería perfecto! —respondió Alex—. Pero no podemos alcanzarla.

Entonces, mientras avanzaban, se encontraron con un grupo de ardillas que intentaban mover una nuez enorme. Estaban esforzándose mucho y se veían muy cansadas. Alex miró a Tico y se le ocurrió algo.

—¡Ayudemos a las ardillas! —dijo Alex, su corazón latiendo fuerte.

—¡Sí! ¡Eso es ser amables! —exclamó Tico.

Los dos amigos se acercaron a las ardillas y dijeron:

—¡Hola! ¿Necesitan ayuda?

Las ardillas miraron a Alex y Tico, sorprendidas y agradecidas.

—¡Oh, sí! —dijo una ardilla con voz temblorosa—. Esta nuez es muy grande y no podemos moverla solas de regreso a nuestro hogar.
Sin dudarlo, Alex y Tico se unieron a las ardillas. Juntos, empujaron la nuez hasta la entrada del árbol donde las ardillas vivían. Cuando llegaron, las ardillas comenzaron a chillar de alegría.

—¡Gracias! ¡Son muy amables! —gritaron al unísono.

En ese instante, algo sorprendente sucedió. Un rayo de luz brilló del cielo, y la nube traviesa sonrió al ver el acto de bondad.
—He visto su amabilidad —dijo la nube—. Has demostrado que el amor y la bondad son más brillantes que cualquier objeto.
Con un suave susurro, la nube comenzó a llenar el aire con gotas de lluvia frescas y suaves.

—Ahora, Alex y Tico, ¡les traigo la lluvia que tanto han deseado!

Alex y Tico danzaron de alegría, mientras la lluvia caía suavemente sobre el pueblo de Arcoíris. El suelo seco comenzó a florecer, y los colores llenaron el paisaje.
—Lo logramos, Tico —dijo Alex, brindándole un abrazo a su pequeño amigo—. ¡Y lo hicimos siendo amables!
Y así, el pueblo de Arcoíris brilló más que nunca, gracias a la bondad de dos amigos. La lluvia trajo vida, alegría y risas, y todos aprendieron que ser amables siempre es el mejor camino.

**Fin del capítulo 2**

### Capítulo 3: El Festival de la Amabilidad

El sol brillaba en el cielo ahora despejado, y el pueblo de Arcoíris se llenó de risas y alegría. Los habitantes, agradecidos por la lluvia que había revivido sus campos marchitos, se reunieron para celebrar. Se preparaba una gran fiesta en honor a Alex y Tico, los héroes que habían traído la lluvia y la felicidad.

—¡Vamos, Alex! —exclamó Tico, saltando con emoción—. ¡La fiesta va a comenzar!

Alex asintió, su cola de unicornio brillando con los colores del arcoíris. Caminaban juntos hacia la plaza del pueblo, donde las luces de colores colgaban de los árboles y las mesas estaban llenas de deliciosos pasteles y frutas frescas.
—¡Miren a todos! —dijo Alex, señalando a los niños que jugaban en los charcos—. ¡Están tan felices!

De repente, la voz del alcalde resonó por todo el pueblo.

—¡Queridos amigos! Hoy celebramos la bondad y la amistad. Damos gracias a Alex y a Tico por mostrar que la amabilidad siempre trae alegría. ¡Hoy es el Día de la Amabilidad!

La multitud aplaudió y vitoreó. Alex y Tico se sonrojaron de felicidad.

—No lo hicimos solos —dijo Alex, mirando a su alrededor—. Todos en el pueblo también fueron amables. ¡Este es de todos!
La gente sonrió, recordando cómo se habían ayudado mutuamente durante la sequía, trabajando juntos para hacer que el pueblo floreciera una vez más.
—¡Vamos a celebrar con música y baile! —gritó Tico, moviendo su cola con alegría.
Mientras la música comenzaba a sonar, Alex y Tico se unieron a los demás en un alegre baile. Saltaron, giraron y reían, disfrutando del momento.
—¡Esto es increíble! —gritó Alex entre risas—. ¡Me encanta ver a todos tan felices!
Y así, la fiesta continuó. Los ancianos contaban historias de días pasados, mientras los niños jugaban a las escondidas en los charcos relucientes. Las ardillas también se unieron a la celebración, trayendo nueces para compartir y contando cómo Alex y Tico les habían ayudado.

—¡Nunca olvidaremos este día! —dijo una ardilla, moviendo su pelaje esponjoso.

Con el corazón lleno de alegría, Alex miró a su amigo Tico.

—Hicimos algo maravilloso, ¿verdad?

Tico asintió, su sonrisa era radiante.

—Sí, y lo mejor es que sólo fue gracias a nuestra amabilidad.

La nube traviesa, que ahora aparecía brillando en el cielo, lanzó pequeños destellos de luz, como si también estuviera celebrando.

—¡Gracias, nube! —gritó Alex, mirando hacia arriba—. ¡Gracias por ayudarnos!

La nube sonrió, y una lluvia de pequeñas estrellas brillantes cayó del cielo, llenando el aire de alegría y esperanza.
Y así, en el pueblo de Arcoíris, el Festival de la Amabilidad se convirtió en una tradición, celebrando la bondad y la amistad, el valor de ayudar a los demás, y la magia que nace cuando el amor florece en el corazón de cada uno.
Con su corazón contento, Alex entendió que ser amable no solo traía felicidad a los demás, sino que también llenaba su propio espíritu de luz.

**Fin del capítulo 3**

**Fin de la historia**

Y así, los pequeños aprendieron que siempre que sean amables, las alegrías florecerían como un hermoso arcoíris después de la lluvia.

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